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Los Pueblos del Jaguar: La biodiversidad oaxaqueña

Fotos: Elí García-Padilla

Los primeros esfuerzos formales e institucionales de conservación de la biodiversidad oaxaqueña datan de 1937, en el sexenio del Presidente de la República general Lázaro Cárdenas del Río, en esa fecha se crean por Decreto Federal dos Parques Nacionales: Benito Juárez y Lagunas de Chacahua,

Luego, en 1986 las playas de La Escobilla y Chacahua, en la Planicie Costera del Pacífico, se declararon zonas de reserva y sitios de refugio para la protección, repoblación, desarrollo y control de las diversas especies de tortugas marinas (Lepidochelys olivacea, Chelonia mydas y Dermochelys coriacea); y en 2002 ambas zonas fueron re categorizadas como “Santuarios”.

En 1998 se estableció la Reserva de la Biósfera de Tehuacán-Cuicatlán, que constituye la superficie “protegida” bi-estatal (Oaxaca-Puebla) más extensa por decreto federal en territorio oaxaqueño. En ese mismo año sea crea también el Parque Nacional Bahías de Huatulco en la Costa de Oaxaca.

Finalmente, en 1999 se establece el Monumento Natural Yagul en los Valles Centrales, el cual alcanzaría la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000 por ser considerado, entre otras cosas, como el lugar con la evidencia arqueológica más antigua de domesticación del maíz (Zea mays) y otros cultivos-alimentos sagrados mesoamericanos.

Sin embargo, como en la gran mayoría de los parques y reservas naturales del país, el abandono administrativo en el que se han mantenido no ha permitido que cumplan estos con los propósitos para los cuales fueron creados, por eso en materia de conservación de la naturaleza suelen llamárseles como “Reservas de papel” .

Aunque han sido  constituidas de manera correcta, desde el punto de vista legal u oficial, en los hechos no se realizan las acciones que permitan confirmar que el área realmente está protegida. Generalmente el ANP se crea como una “instrumentalización política”, en la que se valora principalmente la declaratoria, pero el objetivo​ de resguardar su biodiversidad no siempre se cumple y en muchos casos esta ni siquiera está bien documentada. Por el contrario persisten temas como la invasión de concesiones mineras  一de las cuales se documentaron un total de 1,609 dentro de sus polígonos (Armendariz-Villegas y Ortega- Rubio, 2015) 一, la bioprospección, biopiratería, tala ilegal, tráfico ilegal de especies y muchos otros problemas socio-ambientales.

A la par de estos decretos, algunas comunidades originarias, mestizas y afrodescendientes han establecido Áreas de Conservación Comunitarias (ACC´s) que en muchos casos carecen de reconocimiento oficial (certificación) pero que funcionan desde tiempos inmemoriales gracias a la organización comunitaria, la tenencia social del territorio y la conservación consciente y voluntaria de sus dueños legítimos y ancestrales (García-Mendoza et al., 2004; Galindo Leal, 2010).

En Oaxaca, donde cerca del 80% del territorio es comunal y/ó ejidal  一por lo tanto no existe la propiedad privada一 podemos encontrar las iniciativas pioneras en México de ACC´s, como la “Reserva Ecológica Campesina de los Chimalapas” (1992) que surge como una alternativa a los decretos federales de Áreas Naturales Protegidas (ANP´s) que en esencia y praxis representan despojos territoriales así como la pérdida de la autonomía y la libre autodeterminación de los pueblos nación originarios dueños legítimos de México.

Actualmente se cuenta con más de 74 (931.21 km2) de estas iniciativas de ACC´s documentadas dentro del territorio estatal oaxaqueño (Galindo-Leal, 2010). Esto cobra gran relevancia dado que un estudio sobre el análisis de vacíos y omisiones en conservación de la biodiversidad terrestre de México (Conabio-Conanp-TNC-Pronatura, FCF-UANL, 2007 citados en Galindo-Leal op. cit) identificó que solo 15.9 % de los sitios de más alta prioridad para la conservación se encuentra dentro de alguna de las ANP´s. Segundo, entre 70 y 80 % de bosques y selvas en México es de propiedad social, es decir, los dueños son ejidos y comunidades.

A pesar de todos los esfuerzos mencionados, a la fecha siguen persistiendo grandes vacíos y omisiones de información biológica sistematizada para el diseño de una estrategia de conservación y desarrollo efectiva para la biodiversidad de esta entidad megadiversa; por ello en el año 2000 el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, del Instituto Politécnico Nacional (CIIDIR-IPN), convocó al Simposio Biodiversidad de Oaxaca.

En este foro se corroboró de facto que Oaxaca es la entidad más biodiversa a nivel país. Así mismo puso de manifiesto la carencia de planes de manejo y acciones efectivas para garantizar la preservación de dicha riqueza bio-cultural a nivel institucional.

De este esfuerzo surge la propuesta de la publicación de la obra bibliográfica intitulada Biodiversidad de Oaxaca (2004), gracias a la cual se recopila la información disponible y hasta ese momento dispersa sobre la riqueza biológica y cultural de Oaxaca.

Como resultado de dicha obra, hoy sabemos que para los 16 grupos culturales registrados en Oaxaca se documenta la existencia de 157 lenguas originarias, número superior a la de cualquier entidad del país e incluso al de las registradas en países centroamericanos.

La alta diversidad cultural tiene una correlación con la alta diversidad biológica y ambiental (Toledo, 1999). En materia florística Oaxaca posee un total de 8, 431 especies de plantas vasculares, lo que ubica al estado como uno de los más ricos y diversos del país. Así mismo, Oaxaca concentra aproximadamente 40% de la flora de México y 70% de los tipos de vegetación registrados para el país.

En cuanto a la fauna se registró un total de 1, 103 especies de mariposas (lepidópteros), 127 de peces continentales de agua dulce, 378 de anfibios y reptiles, 736 de aves y 190 de mamíferos. En resumen, como resultado de las contribuciones de los autores de dicha obra se documenta para Oaxaca la presencia de 8, 431 especies de flora y 4,543 especies de fauna, un gran total de 12, 974 especies (García-Mendoza et al., 2004.).

Estos datos preliminares son muy dinámicos. Más recientemente sabemos por ejemplo que la diversidad de aves en Oaxaca es de un total de 776 especies (Blázquez-Olaciregui, 2016). La de anfibios y reptiles es de un total de 480 especies (Mata-Silva et al, 2021) y la de mamíferos es de 216 especies (Briones-Salas et al., 2015).

Conforme se sigue haciendo exploración y trabajo de investigación formales, nuevas especies son añadidas a las cifras totales de la entidad que es número uno en riqueza biológica y cultural de todo México.  

Por todas estas razones, es fundamental  hacer un llamado a la sociedad civil oaxaqueña para que consideremos mejores y más sostenibles prácticas que garanticen así a la supervivencia no solo de toda la biodiversidad oaxaqueña, sino también a la de nuestra propia especie (Homo ¿sapiens?).

Aún estamos a tiempo de crear 一desde las bases一 las condiciones para la impartición de la tan anhelada y aplazada justicia social y ambiental en Oaxaca, México y el mundo. Como sociedad predominantemente mestiza, todavía tenemos mucho que aprender e imitar de las comunidades originarias y sus usos y costumbres entorno a sus territorios ancestrales y sus bienes naturales comunes que les son legítimos.

La élite de la Ecología y el ambientalismo en México ignoran o no quieren ver y reconocer que para los pueblos originarios los territorios y bienes naturales comunes, poseen un valor cultural, ecológico, simbólico, mágico, religioso, sagrado, espiritual,  pero nunca un precio monetario.

La respuesta para salvar al mundo no es el capitalismo verde sino el verdadero y efectivo reconocimiento, la reivindicación y el fortalecimiento de las iniciativas comunitarias de los tan denostados pueblos originarios, los cuales poseyendo solamente el 25% del territorio a escala global, son los guardianes del 80% de la biodiversidad remanente sobre la faz de la Madre Tierra.