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Los pastores discordantes

Preso en la penitenciaría de Parchman, Mississippi, el ex ministro episcopal Edgar Ray Killen recibía en su celda raciones de comida condimentadas con excremento y orines de otros reos. Los guardias del penal no se molestaban en evitar ese trato al pastor, quien, a la edad de ochenta y dos años, cumplía sentencia por tres crímenes cometidos cuatro décadas atrás, por los cuales se ganó el odio unánime de todos en la prisión.

A ese presidio llegó en 2007 el pastor bautista afroamericano James Hart Stern, convicto por fraude electrónico. En los cuatro años que pasó encerrado en Parchman, hasta que obtuvo su libertad bajo palabra en 2011, Stern frecuentó al octogenario Killen e hizo lo que pudo para protegerlo: le cedía su plato de comida, lo sacaba en silla de ruedas a tomar el sol.

Stern no era novato en estancias carcelarias. Lo habían sentenciado por operaciones financieras ilícitas en 1989, cuando apenas hacía sus prácticas como pastor. Entre 1990 y 1992 cumplió sentencia por emitir un cheque sin fondos. En 1995 fue privado de su libertad durante 16 meses por falsificación. Al año siguiente, y después en 1998, Stern cumplió otras dos condenas por delitos similares.

Por su parte, Edgar Ray Killen —en 1964 y en el pueblo de Philadelphia, Missisippi— había promovido el asesinato de James Earl Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, tres jóvenes defensores de derechos civiles.

Chaney era afroamericano, Goodman y Schwerner, judíos. Los tres acudieron al condado de Neshoba a investigar la quema de un templo para feligreses descendientes de esclavos. En Philadelphia los detuvo la policía local. Tras retenerlos en celdas separadas durante horas, los dejaron salir a un camino donde los asaltó una turba del Ku Klux Klan convocada por Killen. A Schwerner lo mataron de un tiro en la cabeza; a Chaney lo golpearon hasta fracturarle los huesos antes de dispararle varias veces; a Goodman también le dispararon para exterminarlo, pero, por las prisas en desaparecerlo, lo enterraron vivo, según indicó la autopsia.

En el asesinato de los tres muchachos participaron oficiales de policía y civiles del pueblo de Philadelphia, Mississippi. La orden para matarlos la expidió Sam Bowers, Gran Mago del Ku Klux Klan en la región. Se cree que un total de 21 hombres concurrieron al linchamiento.

Killen, pastor del condado de Neshoba, era también parte del Klan. Llegó a ostentar el título de Gran Mago. Aunque en el templo predicaba el amor hacia sus semejantes, no reconocía como tales a afroamericanos ni a judíos. Le fue fácil arengar a sus vecinos para que, en un paraje solitario, sacrificaran a los jóvenes Chaney, Goodman y Schwerner.

Las autoridades estatales eludieron investigar la desaparición de los tres defensores de derechos civiles. El fiscal federal Robert Kennedy tuvo que ordenar al FBI la búsqueda de Chaney, Goodman y Schwerner. Los agentes federales encontraron pronto el automóvil en que viajaban los tres jóvenes, incendiado y semihundido en un pantano. Mucho después hallaron los cuerpos de las tres víctimas, enterrados bajo un dique que mandó construir Olen Burrage, cómplice en la matanza, quien también proveyó la gasolina para incendiar el vehículo de los exterminados.

Hubo disturbios en el condado de Neshoba durante el juicio que se siguió contra quince implicados en los homicidios. Siete fueron a prisión, ocho quedaron absueltos. Killen quedó libre: una integrante del jurado alegó no poder enviar a la cárcel a un ministro religioso.

El feroz pastor continuó impune hasta que en 2004 —al cumplirse 40 años de los asesinatos de Chaney, Goodman y Schwerner— un grupo civil exigió reabrir el caso de 1964. Durante un año el grupo civil hizo lo necesario para llevar a juicio a Edgar Ray Killen. El proceso estaba previsto para abril de 2005, pero hubo que postergarlo hasta junio, pues Killen sufrió un accidente mientras intentaba partir una carga de leña e informó que se había quebrado ambas piernas.

El pastor acudió al juzgado en silla de ruedas. Para jurar en los juicios y negar su participación en los crímenes de 1964, el acusado colocaba ostensiblemente sobre la biblia su mano izquierda. Decía no tener control sobre su diestra. En junio de 2005 lo condenaron a 60 años de cárcel por reclutar a la turba que asesinó a James Earl Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner.

Killen fue a la cárcel, pero en agosto de 2005 lo dejaron en libertad porque pagó una fianza de seiscientos mil dólares alegando que había perdido el uso de su mano derecha y sus dos piernas.

El octogenario pastor, nacido en 1925, salió de la cárcel en silla de ruedas, con una sonrisa. Sin embargo, no tardó en volver a una celda en septiembre de 2005 porque diversos testigos denunciaron que lo vieron caminando, conduciendo con ambas manos su camioneta e inclusive saludando a policías con firme diestra. Tras condenarlo por fraude a la autoridad, el mismo juez que lo había liberado lo envió de vuelta a prisión. Le concedió la posibilidad de salir bajo palabra en 2027, cuando cumpliese 102 años de edad.

En 2006 Killen fue cambiado de presidio para tratarle la herida real que había sufrido en una pierna. Pidió que lo liberasen, pero la Suprema Corte de Mississippi confirmó en 2007 su sentencia de 60 años.

Mientras el pastor afroamericano Stern lo cuidaba en prisión, el ex ministro linchador todavía intentó en 2010 anular su condena: demandó al FBI por supuesta fabricación de evidencia e inclusive por “contratar a un gángster que amenazaba a testigos”. El litigio de Killen fue desechado al año siguiente.

Micki Dickoff y Tony Pagano realizaron en 2010 el fascinante documental «Neshoba. El precio de la libertad». En él se manifiestan familiares de las víctimas, victimarios, investigadores, autoridades y gente del pueblo La reseña del juicio de 2005 tiene como prominente personaje a Killen, quien se declara no sólo inocente, sino orgulloso de sus odios raciales.

El inverosímil confidente

En la celda, James Hart Stern se volvió confidente de Killen. Durante cuatro años escuchó sus arengas contra las personas afroamericanas, sus elogios a la supremacía “blanca” y sus protestas contra el sistema judicial. El pastor afroamericano coleccionó cartas en que Killen sostenía sus taras racistas. Para su sorpresa, Stern también escuchó al octogenario referir los nombres de otros participantes en los asesinatos de 1964 que no fueron ni siquiera investigados, aunque aún vivían. Peor aún, Stern afirmaba que Killen le confesó haber cometido otros 32 homicidios, cuyas víctimas estaban enterradas en una propiedad del feroz pastor.

Al salir de la cárcel, Stern pidió al FBI buscar en el terreno de Killen los cuerpos de la gente que el pastor dijo haber exterminado. No le hicieron caso porque el liberado ministro afroamericano se embarcó en una serie de demandas legales contra el sistema penitenciario y contra Killen mismo para reclamar la posesión de la granja donde aseguraba hallarían los 32 cuerpos. Otras demandas de Stern incluían una contra el reverendo Jesse Jackson “por criticar la película «Barbershop»”.

Stern fundó el Ministerio de Alcance para la Reconciliación Racial a fin de apoyar sus acciones legales contra acciones y movimientos racistas. Llegó a tener gran influencia en diversas acciones antidiscriminatorias.

Killen murió en prisión en 2018. Tenía 92 años de edad. Ese mismo año, su ex compañero de celda Stern publicó el libro «Aún arde Mississippi», en el que insertó las confesiones que el criminal pastor supuestamente le hizo.

Al año siguiente, 2019, James Hart Stern murió de cáncer. Tenía 55 años de edad. Poco antes de morir, el pastor afroamericano litigaba para disolver una agrupación neonazi: el Movimiento Nacional Socialista (NSM, por sus siglas en inglés).

El dirigente del NSM, Jeff Schoepp, había buscado la asesoría de Stern porque su agrupación neonazi afrontaba una demanda por instigar los disturbios de 2017 en Charlottesville, Virginia, en los que resultó muerta la manifestante Heather Heyer después de que un fanático embistiera con su automóvil una multitudinaria protesta pacífica.

Stern convenció al racista Schoepp para que lo nombrase dirigente de la caterva adscrita a NSM, con el ofrecimiento de frenar la acusación que pesaba sobre los neonazis. Desesperado, Schoepp cedió el mando de sus fanáticos al pastor afroamericano.

Antes de morir, Stern hizo uso del poder legal concedido por Schoepp para declarar al NSM culpable de los disturbios en la ciudad virginiana. Ofreció, además, que la organización difundiría datos sobre el holocausto judío en tiempos de Hitler. El ex líder Schoepp se declaró engañado por Stern, abandonó el racismo y al NSM.

Otro neonazi, Burt Colucci, se autonombró líder de NSM en 2019 para revertir la moción inculpatoria del ya difunto Stern. Pero en abril de 2021 Colucci fue puesto en prisión bajo cargos de asalto agravado: luego de arrojar basura sobre un automóvil con ocupantes afroamericanos, el supremacista les apuntó con una pistola, amenazando con matarlos.

Colucci intentó negar sus acciones, pero una testigo confirmó el ataque. El Movimiento Nacional Socialista perdió así a su flamante líder, quien podría permanecer al menos tres años en la cárcel. En verdad, los caminos del Señor son inescrutables.