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Por Rocío Flores /Mongabay Latam
- En la Sierra Norte de Oaxaca, al sur de México, comunidades indígenas han sido pioneras y vanguardistas en el manejo forestal sustentable. Entre esas comunidades está Ixtlán de Juárez.
- Desde hace poco más de tres décadas, los comuneros de Ixtlán se hicieron cargo de sus bosques; ellos han logrado crear nueve empresas comunitarias y cerca de 250 empleos.
- Hace 20 años tienen una certificación de la Forest Stewardship Council (FSC), organismo no gubernamental dedicado a verificar que los trabajos de silvicultura cumplen con los lineamientos ambientales y sociales que permiten conservar el bosque.
Los jóvenes y niños de la comunidad indígena de Ixtlán de Juárez, en la Sierra Norte de Oaxaca, tienen el reto de cuidar, fortalecer y mantener la herencia de sus mayores: el sentido de la vida comunal, una herramienta que les ha permitido realizar un aprovechamiento sustentable de las 19 mil 310 hectáreas de bosques que tienen en su territorio, al sur de México.
Ixtlán de Juárez ha sido vanguardista cuando se habla de aprovechamiento sustentable de los bosques. A mediados de los ochenta, esta comunidad zapoteca se unió a otras de la Sierra Norte de Oaxaca para exigir al Estado mexicano que ya no entregara concesiones forestales a empresas privadas.
Las comunidades recuperaron la gestión de los bosques que se encontraban en sus tierras y desarrollaron lo que hoy se conoce como manejo forestal comunitario, una forma de aprovechamiento sustentable del bosque que ha sido reconocida a nivel internacional.
Ixtlán de Juárez también fue una de las primeras comunidades en México que recibió una certificación de la Forest Stewardship Council (FSC), organismo no gubernamental dedicado a verificar que los trabajos de silvicultura realmente cumplan con los lineamientos ambientales y sociales.
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A principios de noviembre de 2021, comuneras y comuneros de Ixtlán de Juárez se reunieron en las instalaciones de su Centro Ecoturístico para celebrar que hace 20 años obtuvieron la certificación FSC y que, desde entonces, la mantienen. También hicieron una evaluación del camino recorrido. Ahí estuvieron personas de todas las edades: aquellos que ya llevan tiempo en el trabajo forestal comunitario y algunos que aún no nacían cuando sus abuelos y padres lucharon por recuperar el manejo de su bosque.
Todos coincidieron en que los logros obtenidos son de todos, de la comunidad, pues la toma de decisiones siempre se hace en la Asamblea, el máximo órgano de representación.
Las autoridades municipales y expresidentes de bienes comunales de Ixtlán de Juárez destacan que en estas dos décadas la participación comunitaria, así como la incorporación de las nuevas generaciones han sido fundamentales para la continuidad de los trabajos de conservación del bosque.
Es por eso que Pedro Vidal García, quien fue presidente del Comisariado de Bienes Comunales de 1998 a 1999, y Leopoldo Santiago Juárez, actual presidente municipal de esta comunidad, mencionan que una de las tareas de Ixtlán de Juárez, sobre todo ante un escenario de cambio climático, es seguir fortaleciendo el sentido comunitario del manejo y cuidado del bosque.
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Empresas comunitarias que nacen del bosque
Los comuneros de Ixtlán de Juárez tienen la responsabilidad común de conservar 12 390 hectáreas de bosque templado y 6921 de bosque mesófilo, también conocido como bosque de niebla y considerado como uno de los ecosistemas más amenazados por el cambio climático.
Del total de su territorio, la comunidad ocupa 7354 hectáreas para la producción de madera de pino y encino. El resto, más de 11 mil hectáreas, se destina a la conservación y aprovechamiento restringido.
En 1988, cinco años después de que la comunidad comenzó la lucha por recuperar el manejo de su bosque, que estuvo concesionado a la empresa Fábricas de Papel Tuxtepec (Fapatux), los comuneros de Ixtlán de Juárez crearon una de las primeras empresas forestales comunitarias del país: la Unidad Forestal Agropecuaria y de Servicios de Ixtlán.
Casi diez años después, en 1997, los comuneros buscaron darle un valor agregado a la madera que producían, por lo que instalaron un taller de carpintería para elaborar puertas y mesas, recuerda Mauro Hernández Aquino, comunero y gerente general de la empresa Productora Comunal de Muebles Ixtlán Oaxaca SPR de RI.
En la actualidad, Ixtlán de Juárez no solo conserva sus bosques. El trabajo forestal ha permitido formar nueve empresas comunitarias y crear 250 empleos. Además de producir madera y fabricar muebles, la comunidad también cuenta con una Tienda Comunitaria Ixtleca, con la purificadora de agua Cántaros de Ixtlán, una gasolinera y un área de servicios turísticos llamada Ecoturixtlán.
El biólogo y consultor en temas forestales Salvador Anta Fonseca considera que si se habla de manejo forestal comunitario, Ixtlán de Juárez es una de las comunidades líderes en el país, al igual que Nuevo San Juan Paranguricutiro, en Michoacán, y aquellas que se encuentran en el municipio de Pueblo Nuevo, en Durango.
El liderazgo de Ixtlán, señala Anta Fonseca, es porque ha logrado diversificar sus empresas comunitarias y, sobre todo, porque mantiene una fuerte gobernanza a nivel comunitario.
Para poder administrar sus empresas comunitarias, por ejemplo, Ixtlán de Juárez creó un consejo consultivo, comisiones asesoras y consejos de administración en el que participan los mismos comuneros.
“Ha sido un privilegio para nosotros estar al frente, como representantes de la comunidad, y darnos cuenta de que todas las empresas que tenemos han salido del bosque, es el que nos ha dado todo, por eso nuestro amor por él”, comenta Joel García, expresidente del comisariado.
La clave está en la comunalidad
Leopoldo Nicolás Santiago Pérez, actual presidente municipal y quien se encarga de realizar todos aquellos trámites o gestiones en beneficio de un total de 8385 habitantes que integran la comunidad de Ixtlán de Juárez, destaca que uno de los retos para la continuidad es mantener la interacción comunitaria. “Cada vez más percibo, desde mi estancia en la presidencia municipal, que la comunalidad es clave”, subraya.
La comunalidad es una forma de vivir, sentir y pensar el mundo desde la comunidad, no desde la individualidad. En la comunalidad, la toma de decisiones o el consenso en la asamblea es fundamental. Otro elemento vital es el “tequio”, expresión que en esta región del país se utiliza para nombrar al trabajo colectivo que todos deben dar en beneficio de la propia comunidad, una especie de tributo laboral no remunerado económicamente.
Esa comunalidad también está presente en el manejo forestal. Todas aquellas decisiones sobre el aprovechamiento y cuidado del bosque se toman en asamblea.
Los niños aprenden este mensaje en la vida diaria, al asistir a las asambleas acompañando a los mayores o en la organización de las fiestas. Cuando cumplen la mayoría de edad, 18 años, tienen la obligación de cooperar con el tequio; también deben cumplir con las aportaciones económicas, cuando se requiera, y participar en los recorridos al bosque para conocer los límites con las comunidades vecinas, así como las brechas, las áreas de aprovechamiento y las de conservación. Algunos de ellos, dice Vidal García, han decidido así su profesión.
Alfonso Arguelles, representante de la FSC en México, resalta que “la mayoría de las comunidades entran en crisis cuando la siguiente generación no asimila el modelo de manejo forestal y lo trastoca”. Pero, en el caso de Ixtlán de Juárez, esto no ha sido así: “Tienen una gran gobernanza y han logrado incorporar a los jóvenes en el manejo forestal”.
El trabajo de los jóvenes
Elías Santiago García tiene 34 años de edad, es ingeniero forestal y es uno de los jóvenes que decidió trabajar para la comunidad. Él conoció y aprendió del bosque desde niño, cuando acudía con su familia a recolectar hongos. “De adolescente participé en los recorridos, y de ahí nació el interés por estudiar la carrera de ingeniero forestal”, cuenta.
Cuando tenía 28 años, Elías Santiago fue nombrado Director Técnico Forestal en Ixtlán de Juárez, su tarea es liderar los trabajos de aprovechamiento y conservación del bosque. Durante los seis años que ha estado al frente de estos trabajos, le ha tocado lidiar con momentos difíciles, uno de ellos fue en el año 2017, cuando se presentó una plaga de insectos defoliadores, aquellos que se alimentan de las partes más suaves de las hojas de los árboles.
“Tuvimos que diseñar un plan estratégico para evitar que se disparara la plaga. No fue fácil convencer a la gente de prender fuego para controlar el problema. El fuego está muy satanizado, aunque es un método de saneamiento óptimo para la renovación. Se tiene que hacer con cautela, sobre todo porque Ixtlán es una comunidad que depende del recurso forestal”, explica Elías Santiago.
Aprovechar en forma adecuada el bosque y conservarlo es una gran responsabilidad, confiesa el ingeniero forestal. Él sabe que en este trabajo no está solo, está acompañado por la organización comunitaria, la experiencia de quienes han sido comisariados y, sobre todo, por otros profesionales, ya que Ixtlán de Juárez es una de las comunidades que se ha preocupado por tener su propio equipo de Servicios Técnicos Forestales.
“El bosque es el bien más valioso que tenemos por todos los beneficios ambientales y económicos que genera”, comenta Elías Santiago, mientras se escucha el sonido del viento entre los pinos y encinos, algunos de más de 50 años.
Los beneficios que generan estos bosques, dice Santiago, no son sólo para quienes habitan en Ixtlán de Juárez, también lo son para Yaguiche, Guelatao y Jaltianguis, comunidades que se abastecen del agua que se genera en la zona boscosa.
“El bosque es el corazón de Ixtlán. La fuente de trabajo y organización que le ha permitido a la comunidad desarrollarse, generar fuentes de empleo y evitar la migración. Es el ente más importante al que hay que darle mayor atención y cuidado”, agrega Sergio Ruiz Soto, otro de los jóvenes originarios de estas tierras y que forma parte del equipo de técnicos forestales de Ixtlán. Entre sus funciones están el monitoreo de plagas y enfermedades forestales, así como la coordinación de actividades de reforestación.
Otra integrante del equipo de Servicios Técnicos Forestales de Ixtlán es Karla Mayté Pérez Vázquez, originaria de la ciudad de Oaxaca. Tiene 25 años de edad y ocho meses laborando en esta área. Para ella, los bosques de Ixtlán son parte de la identidad de la región.
“Los que estamos en la ciudad —comenta— creemos que el bosque es un lugar para ir a pasear, pero desconocemos el valor económico, ambiental y social que tienen para las comunidades”.
Karla no deja de admirarse de lo que ve en el bosque: las caídas del agua o el goteo sobre los helechos y musgos. Pero también destaca el trabajo comunitario que ha permitido mantener estas áreas boscosas. “Ixtlán es una comunidad ejemplar”, dice y enumera algunas de las labores de conservación que se realizan, entre ellas los programas de fototrampeo que han permitido registrar la presencia de venados cola blanca (Odocoileus virginianus), pecaríes (Pecari tajacu), gallinitas de monte (Dendortyx macroura) e, incluso, pumas (Puma concolor).
Elías, Sergio y Karla forman parte de la generación de jóvenes que se han ido integrando en el proceso de manejo y conservación de este bosque oaxaqueño. No son los únicos, en las nueve empresas comunitarias de Ixtlán trabajan, al menos, 50 jóvenes.
Un nuevo reto: el cambio climático
Los aciertos de esta comunidad líder en manejo forestal en México son diversos. Y así también son los retos que enfrenta.
El biólogo Salvador Anta Fonseca resalta que comunidades forestales como Ixtlán de Juárez necesitan prepararse para las nuevas condiciones que plantea el cambio climático, entre ellas el aumento de las plagas y los incendios forestales.
“Las comunidades tienen que analizar, entender y realizar acciones de adaptación. Ixtlán ya tiene varias iniciativas, como el monitoreo de plagas, o la migración de especies forestales a una parte más fría”, explica Anta Fonseca, quien también es integrante del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS).
En este proceso de adaptación a las nuevas condiciones del clima, Anta Fonseca menciona que Ixtlán cuenta con el acompañamiento de especialistas de la Universidad de la Sierra Juárez y otras instituciones del país que realizan investigaciones en la comunidad.
Francisco Chapela, miembro de la asociación Estudios Rurales y Asesoría (ERA) y quien acompañó a los comuneros en su proceso de elaboración del primer Plan de Manejo Forestal, destaca que Ixtlán es una comunidad que siempre ha tenido la sensibilidad y el interés de incorporar los conocimientos de diversas disciplinas en su manejo forestal.
Edgar Edilberto López Pérez, quien fue presidente de Bienes Comunales de 2004 a 2007, considera que además del cambio climático otro de los retos que tienen es lograr que el gobierno federal les otorgue beneficios fiscales a partir del reconocimiento del trabajo y las inversión que hacen las comunidades en el manejo de sus bosques.
“Las comunidades forestales reciben un trato igual al de la iniciativa privada, a pesar de que los resultados, las utilidades y los beneficios que obtenemos se reinvierten en obras sociales”, señala López Pérez.
Félix Ruíz Pacheco, quien estuvo al frente del comisariado de agosto de 2016 a julio del 2019, recuerda que Ixtlán de Juárez lleva varios años luchando por conseguir beneficios fiscales sin tener avances en este tema. Incluso, su reclamo lo llevaron hasta la Suprema Corte de la Nación.
El actual presidente del comisariado de Bienes Comunales, Francisco Pedro Luna García, menciona que seguirán insistiendo en conseguir un régimen fiscal especial para sus empresas forestales comunitarias. Ruíz Pacheco apoya sus palabras y menciona una de las claves que han hecho de Ixtlán de Juárez un ejemplo nacional en el manejo forestal comunitario: “Hemos aprendido que, si nos caemos, nos volvemos a levantar y esa es una fortaleza de la comunidad”.
* Imagen principal: En Ixtlán de Juárez se ha incorporado a los jóvenes en las tareas de manejo forestal. Foto: Carmen Pacheco.