El 13 de mayo de 2005 alardeó el entonces mandatario de México Vicente Fox: “los mexicanos están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer allá en Estados Unidos”. El gobierno extranjero le reprochó a Fox el epíteto arrojado a los ciudadanos de ascendencia africana, así como los cargos de supuesta pereza. Fox dijo sentir “enorme respeto a las minorías cualquiera que sea su origen racial, étnico y religioso”.
No le creyeron, porque dos semanas después, en junio de 2005, el Servicio Postal Mexicano emitió cinco timbres postales que celebran al personaje de historieta Memín Pinguín, estereotipo de la negritud.
Conocido por generaciones de lectores mexicanos, Memín aparecía en tres timbres de la serie con su atuendo característico: gorra de béisbol con excesiva visera, camiseta a rayas blancas y rojas horizontales, pantalón de mezclilla, zapatos tenis blancos con líneas rojas. Y en los cinco ejemplares filatélicos resaltaban sus rasgos característicos: cráneo pelón, brillante, orejas tan grandes como su prominente boca, blanca, en contraste con la rutilante cara, morena como el resto de su piel.
Cuando las estampillas llegaron a Estados Unidos, diferentes líderes de movimientos étnicos clamaron contra México. Janet Murguía, desde la presidencia del Consejo Nacional de la Raza, bufó: “Es imposible subrayar cuán indignada y ofendida estoy, no sólo por la estampilla, sino por la reacción del servicio postal mexicano. Los hispanoamericanos y los demás americanos debieran sentirse igualmente ultrajados”. David Pilgrim, curador del Museo de Memorabilia Racista Jim Crow, demostró menos exaltación pero no menor condena: “Me decepciona pero no me escandaliza. Esto es consistente con lo que en Estados Unidos llamaríamos una imagen ‘pickaninny’ [de un persona afrodescendiente con rasgos toscos y simiescos]. Es decepcionante que un gobierno ponga su sello al racismo”.
Memín Pinguín es un personaje que ideó en 1943 la autora de argumentos sentimentales Yolanda Vargas Dulché para la revista Pepín, de la editorial García Valseca. El dibujante Alberto Cabrera ilustró los relatos de Vargas Dulché y Memín comenzó a circular en Pepín con los trazos toscos de Cabrera. Para 1963, al cumplir Memín dos décadas de circulación, Vargas y su esposo Guillermo de la Parra relanzaron al personaje en su propia empresa, Editorial Argumentos (EDAR). El dibujante Sixto Valencia Burgos se encargó de convertir a Memín en la figura que décadas más tarde, adaptada por la dibujante Nancy Torres, circularía en los timbres del Servicio Postal Mexicano.
Debido a los desdeñosos comentarios previos de Fox, la emisión de tales estampillas en 2005 fue tomada por los activistas afroestadounidenses como una ofensa más del imprudente mandatario hacia la comunidad que durante dos siglos ha sufrido representaciones displicentes —cuando no insultantes— en publicaciones de consumo popular.
Lo que ningún activista recordó ni señaló al ver en Estados Unidos la imagen de Memín Pinguín, fue su semejanza con un ícono de la cultura popular en ese país: Ebony White, personaje destacado de la historieta The Spirit que Will Eisner publicó durante 645 entregas, de 1940 a 1952, y de manera más espaciada, entre 1960 y 1980.
Ningún líder étnico de los que reventaban contra el personaje de historieta mexicano fue capaz de apuntar que la figura estereotipada tenía su modelo en un comic cuyo éxito garantizaron durante décadas los lectores de Estados Unidos. A su vez, el personaje de Eisner con mucha probabilidad se aprovechaba de rasgos empleados por el primer gran artista de la historieta, Winsor “Silas” McCay, quien, para acompañar las aventuras de El Pequeño Nemo en Sueñolandia (1905-1914), recurría a dos patiños negroides: el señor Flip y el Diablejo Africano, ambos con enormes bocazas.
El propio Sixto Valencia admitió su usufructo del Ebony eisneriano. Una comparación de ambas figuras muestra la deuda de Memín con varios rasgos del compañero y confidente del protagonista de The Spirit, el detective Dennis Colt. Si basta una prueba, sólo hay que rememorar a Ebony White ataviado con su habitual gabardina roja y después mirar a Memín vestido con saco asimismo rojo en algunas portadas de las historietas que Vargas Dulché firmaba junto con Valencia.
Ese plagio o quizá derivación mexicana de un personaje de The Spirit habla de la influencia de las creaciones de Will Eisner. No sólo rasgos de sus personajes pueden hallarse en una variedad de publicaciones en toda América, sino sobre todo la valoración del comic como arte es la principal aportación que el dibujante hizo al medio. Inclusive lanzó en 1985 un trabajo teórico muy útil aún para aproximarse formalmente al género: La historieta y el arte secuencial, después de haber sentado de manera contundente desde 1978 las bases para el tipo de comic que ahora denominamos novela gráfica en Contrato con Dios.
Un judío del Bronx
En el condado del Bronx, en Nueva York, Shmuel Eisner y Fannie Ingber formaron un dispar matrimonio. Él soñó toda su vida con culminar la carrera de muralista que había iniciado en su natal Austria-Hungría, donde obras suyas decoraban hogares de adinerados clientes y de algunas iglesias en Viena, hasta que la Primera Guerra Mundial lo obligó a emigrar a Estados Unidos para evitar la leva del ejército, cuya derrota sobrevino en 1918.
Por su parte, Fannie Ingber había nacido en el barco que llevaba de Rumania a Estados Unidos a sus padres, quienes murieron en Nueva York cuando la niña tenía sólo diez años de edad. Criada en incesantes trajines por una hermanastra, la huérfana creció sin saber leer ni escribir, habituada al trabajo duro.
Hacia 1915 unos parientes presentaron a Shmuel y Fannie, quienes no tardaron en casarse. En el trigésimo primer cumpleaños de Shmuel, el 6 de marzo de 1917, su esposa dio a luz a su primer hijo, William Erwin. El segundo vástago, Julian, vino al mundo en 1921, y su hermana Rhoda no nació sino hasta ocho años después, en 1929.
En tierra americana, Shmuel Eisner no consiguió otra cosa que pintar decorados para vaudevilles y para obras del teatro judío. Cuando el primogénito William dio muestras de admirar el oficio de su papá, la señora Eisner trató de apartar a su hijo de aquel camino. Envió a Will Erwin a vender periódicos, para complementar el ingreso familiar.
Gracias a los diarios que le sobraban, Will leía a sus diez años de edad todas las historietas que le interesaban, en particular Teatro Thimble de E. C. Segar (de donde salió Popeye) y las masoquistas aventuras amorosas de Krazy Kat, de George Herriman. Al niño Eisner también le atraían los cartones de las revistas elegantes como The Saturday Evening Post y Collier’s Magazine. Después leyó las historias publicadas en las revistas pulp, que en el papel más barato difundían cuentos y novelas de detectives, de vaqueros y de horror.
El ingreso a la preparatoria DeWitt Clinton del Bronx, permitió a Eisner aprender el oficio artístico en forma integral. No sólo ilustró crónicas e historias del periódico escolar The Clintonian, sino que por su talento pudo adscribirse a la Liga de Estudiantes de Arte para tomar clases de dibujo anatómico y pintura. Además, aprendió la técnica del grabado en metal, que le abriría las puertas al ámbito de las editoriales.
A los 19 años, Will Eisner dejó la escuela para ganarse la vida dibujando, pese a las advertencias de su madre. Entre 1936 y 1937 trabajó como dibujante publicitario, asistente de grabado y editor de arte. Intentó hacer cartones para revistas elegantes, pero no lo admitieron en el prestigiado círculo. Al fin, logró vender una historieta a la revista Wow!, en la que conoció a Samuel Maxwell “Jerry” Iger. Cuando la revista cerró después de algunos números, Will y Jerry se asociaron para crear el Eisner-Iger Studio.
En la “fábrica de comics” de EIS, ubicada en el número 205 de la calle 42 Poniente de Nueva York, trabajaron jóvenes talentos como Bob Kane (quien algunos años después sería coautor de Batman) y Jack Kurtzberg (quien con el nombre de Jack Kirby, mucho después, crearía las figuras de Los Cuatro Fantásticos). Curiosamente, Einer y Iger rechazaron la propuesta de Jerry Siegel y Joe Shuster para publicar la historieta Supermán.
De todos modos, a la sociedad le fue muy bien porque en 1938 la industria de las revistas pulp comenzó a decaer y sus dueños buscaron un nuevo mercado en las historietas. Eisner contó que un editor de pulps les ofreció pagarles cinco dólares por página si le garantizaban tener suficiente personal. El dibujante produjo cinco materiales en estilos diferentes y los firmó con otros tantos nombres para ganarse al cliente.
Gracias a la cantidad de trabajo que EIS les aseguraba, la sociedad pronto pudo contratar a otros dibujantes para los que Eisner escribía argumentos. Además de Kane y Kurtzberg, para EIS trabajaron Lou Fine, Dick Briefer, Chuck Mazoujian, Bill Bossert, Bob Powell y George Tuska. Fine, Mazoujian y Powell serían colaboradores de Eisner durante casi veinte años.
Cuando consiguieron un contrato con Victor Fox, Eisner y Iger recibieron la encomienda específica de producir un personaje con súper poderes, traje rojo e insignia en el pecho. Eisner protestó al percibir que les encargaban una copia de Supermán, pero Iger lo convenció para que dibujase en 1939 Wonder Man. Pronto, Fox tuvo que afrontar una demanda de National, la compañía que publicaba las aventuras de Supermán.
Fox llamó a Eisner para advertirle que irían a juicio. Pidió al dibujante jurar ante el juez que no estaba copiando a Supermán. Eisner respondió que, en efecto, él no copiaba sino que seguía las indicaciones de Fox. El empresario lo amenazó con no pagar los tres mil dólares que le debía a EIS. Sin embargo, Eisner dijo la verdad en el proceso. Fox nunca le pagó.
Para fortuna del Eisner-Iger Studio, la compañía Fiction House les encomendó producir historietas originales. Para ellos, Eisner creó una contraparte de Tarzán, Sheena, reina de la jungla. El personaje logró aceptación y continuó publicándose hasta 1953. Además, otras historietas creadas por Eisner atrajeron seguidores y el artista tuvo que publicar con al menos cinco nombres distintos sus trabajos en los ejemplares de Jumbo Comics: Mr. Heck, Willis B. Rensie, W. Morgan Thomas, Erwin Willis, Wm. Erwin y algún otro alias ocasional.
Para 1939, cuando su padre aún estaba desempleado por la Gran Depresión, el escritor y dibujante mantenía a su familia con las ganancias de EIS. La madre Fannie no entendía de historietas pero estaba satisfecha con su hijo, si bien nunca confiaba del todo en la carrera de Will.
A fines de 1939, el propietario de Quality Comics, Everett M. Arnold, ofreció al artista un contrato para publicar semanalmente una revista de historietas de 16 páginas. Arnold exigía que Eisner abandonase su asociación con Iger para dedicarse de tiempo completo a sus publicaciones. Para el dibujante fue complicado abandonar el estudio, pero Iger le ofreció veinte mil dólares por su parte del negocio, con la condición de no reclutar a ningún dibujante del equipo.
Con el detective de ultratumba
Eisner consiguió, sin embargo, que sus colegas Mazoujian, Powell, Fine y Klaus Nordling lo siguieran a Quality Comics, donde se aseguró de conservar los derechos sobre The Spirit. Dividió la revista en tres partes, una dedicada al personaje titular y otra a sus creaciones previas Lady Luck y Míster Místico.
Sus editores esperaban una respuesta a Supermán y Batman. Eisner decidió, en cambio, crear un detective que volvió de la muerte, en conflicto con la autoridad pero dispuesto a hacer justicia, capaz de protagonizar un thriller, una comedia, un melodrama o una historia de ciencia ficción al salir de la guarida bajo su tumba. El autor se negó a revestir con disfraz a su personaje, pero aceptó dotarlo de antifaz, y más tarde le aportó guantes distintivos.
Durante doce años Eisner escribió e ilustró las andanzas de Dennis Colt, sus roces con el comisionado de policía Eustace P. Dolan y su romance con la hija de éste, Ellen. Otro personaje constante fue Ebony White, asistente a quien el detective trataba como a un hijo. El artista de origen judío reconocía los rasgos racistas de su argumento, pero no le veía problema. Muy pocos “blancos”, en las décadas de 1940 y 1950, objetaban el asunto.
Ebony apareció como el sagaz conductor de un taxi en el primer número de The Spirit, el 2 de junio de 1940. Figuró en la historieta hasta 1949, cuando Eisner lo sustituyó sin explicaciones por Sammy, joven rubio mucho menos capaz, pues Ebony sabía moverse a la perfección en Nueva York y poseía amplios conocimientos científicos, al grado de poder armar invenciones con materiales ordinarios. En un episodio, por ejemplo, construía un telégrafo con unos cuantos bulbos y un timbre eléctrico.
El 29 de mayo de 1949 el asistente afro de Dennis Colt tuvo su última presentación importante en el episodio “Joven Doctor Ebony”. En los últimos tres años de la historieta, el rubio Sammy tomó el sitio de Ebony, hasta que Eisner concluyó la serie en octubre de 1952.
Pasarían diez años más antes de que Sixto Valencia comenzara a dibujar Memín Pinguín, mejorando, con rasgos de Ebony, el dibujo que Alberto Cabrera había creado para la serie comenzada en Pepín. Yolanda Vargas, su esposo Guillermo y Valencia iban a conocer 40 años más de éxito con el personaje, aunque a partir de 1984 la circulación de historietas mexicanas declinó por la crisis económica. Vargas Dulché no se inquietó; para entonces era una de las autoras más cotizadas de la televisión mexicana, junto con Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”.
Eisner mismo volvió a publicar los viejos números de The Spirit en la década de 1960 sin que Ebony White fuese objetado. Pero en la década siguiente el personaje recibió críticas por su corte racista. Lo descontinuaron. A su creador no le afligió. Su hija adolescente Alice había muerto de leucemia en 1970, y como reacción, el artista estaba escribiendo y dibujando Contrato con Dios, novela gráfica pionera que apareció en 1978.
Para 1985, cuando la circulación de Memín Pinguín decaía en México, Eisner publicaba su libro analítico Las historietas y el arte secuencial. Sin imaginar siquiera la existencia de Memín,el autor de The Spirit murió el 3 de enero de 2005. Su esposa Ann y su hijo John lo enterraron junto a su hija Alice.
Sixto Valencia vivió hasta el 23 de abril de 2015. Había nacido el 28 de marzo de 1934. Cuando le preguntaron por el enojo que Memín causó en Estados Unidos, opinó: “Me da risa y me siento bien, no he cometido ningún delito. Jesse Jackson, el presbítero y sus derivados que se quejaron, nunca han leído un solo número de Memín. Yo hago la historieta para que todos adoren al negrito. Los que se quejan hablan sin conocer la serie, pues sus argumentos son blancos”.