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Poesía y mezcal desde la parte cabrona de Oaxaca

A 29 grados centígrados, chela helada y aroma de mezcal, vuelve la poesía al Cuish de la sórdida pero hermosa calle Díaz Ordaz.

Afuera la vida es poesía en ese largo inmueble amarillo con el viejo tejado que sirve para comercio del pueblo de carne y hueso, no el del discurso político.

Afuera la vida es poesía en la calle Zaragoza, las mujeres de colores vivos y la lujuria a flor de piel en los ojos que ven.

Parafraseando a Henry Miller y su vida en Brooklyn, esa calle es perfecta porque hay borrachos en el Dos de Oros, malandrines merodeando, prostitutas en la esquina, poetas en la mezcalería:  barrio bajo, barrio oaxaqueño, Barrio de la China.

Adentro del Cuish la vida es poesía porque los poetas están leyendo como nadie la marginalidad de la existencia  en Oaxaca, mientras los “políticos inventan que somos la mejor economía del país, que hay que realizar una gira nacional promoviendo el milagro oaxaqueño: ¡dónde madres está eso, uta¡, sí es un milagro, pero porque nadie lo ha comprobado, al menos en la calle Díaz Ordaz y dentro del número 712 no lo conocemos”, expresa el escritor César Rito Salinas, quien,  junto con Félix Monterrosa, organiza la celebración del Día Internacional de la Poesía en el Cuish en este 21 de marzo de 2022.

“Es muy sencillo, yo oí leer a mis mayores poesía, la gente del Cuish vio hacer mezcal a sus abuelos: qué nos guía en este tiempo de emergencia, la imagen de nuestros mayores, la tradición. No necesitamos inventar marcas o tendencias, el más grande tesoro de los oaxaqueños es que tenemos un origen, no somos ciudadanos de probeta, no somos un invento; el gobierno es un invento, los candidatos son un invento y la política es el peor de los inventos”.

—Qué mejor día para reiniciar la actividad cultural en la ciudad de Oaxaca que este 21 de marzo, ¿no César?

—En el centenario del nacimiento de Juan Rulfo que celebramos en Luvina, Sierra Norte, la escritora Cristina Rivera Garza decía que todo lo importante de la cultura en México pasa por Oaxaca. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, alguna autora argentina ve el mezcal y expresa: “ah, es de Oaxaca, me lo tomo”. El estado es uno de los puntos que marcan tendencia en la vanguardia cultural en México, tenemos un momento desde dónde reiniciar, aunque, como siempre, nuestras autoridades se queden atrás.

—Pero habría que diferenciar que uno es el Oaxaca cultural del que hablan escritoras como Cristina Rivera Garza y otro el “Oaxaca de moda y marca” del que habla el gobierno— se le expone al autor de San Martín por la secundaria.

—No hay que olvidar que nosotros estamos haciendo este pronunciamiento desde la parte ruda, innoble, peligrosa, cabrona de la ciudad de Oaxaca: en la colindancia con la calle Zaragoza.  La propuesta es que hagamos poesía al lado de las sexoservidoras, que seamos cavernícolas, que seamos marginales, porque no lo van a hacer ni la publicidad ni la industria turística ni la industria restaurantera. Oaxaca es marginal y no tenemos por qué avergonzarnos de la marginalidad.

“Aquí llegaron poetas con cuadernillos mimeografiados, libros de autor, hojas sueltas, esos que no entran en los datos oficiales, que no los registran ni los libreros ni los editores ni el gobierno ni sus instituciones porque nos han enseñado como sociedad a no ver lo que no le sirve al discurso oficial. Han sido los mismos poetas los que se han organizado fervorosamente y han hecho circular sus poemas en redes y en documentos impresos: hay poesía”, sintetiza.

 “Hay que escuchar a los jóvenes, las nuevas propuestas, la variante feminista, es tiempo de problematizar el lenguaje y sacar cosas del ronco pecho”, porque después “de dos años de amenazas y un tiempo cruel, un tiempo ingrato, los chavos y la gente con desarrollo llegaron con material nuevo, lo cual quiere decir que en la  pandemia, en la reclusión, se escribió poesía”.

—Poesía para los oaxaqueños, pero también mezcal para los oaxaqueños, ese que en dos o tres años nos han querido expropiar.

—A Cuish lo representan los maestros mezcaleros, no las marcas, no la industria del mezcal, no la producción falsa que inventa el mercado. ¿Qué es lo que se propone con poesía y mezcal? Ir a los maestros mezcaleros, a lo tradicional, y también a los poetas en la esquina. Es dichoso tomar un mezcal del cual sabes su calidad de la mano del palenquero, es bueno escuchar a un poeta que conocemos. No hablamos de inventos, Oaxaca no está para inventos.