El sobrepeso y la obesidad constituyen una epidemia que sigue siendo invisibilizada. Ambos problemas son resultado del consumo excesivo de productos chatarra y de las estrategias mercadotécnicas de las grandes empresas que han incidido en las políticas públicas de salud en el país, dice Abelardo Ávila Curiel, doctor e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
En su visita a Oaxaca, el investigador expuso que las empresas han utilizado un disfraz para colocar en el mercado productos que se presentan como la vanguardia en la salud, pero que en la mayoría de los casos no son saludables, por el contrario, colocan a la población en situación de vulnerabilidad.
Tan solo en Oaxaca, según el último registro nacional de talla y peso del 2018, el 32.6 % de infantes entre 5 y 11 años presentan sobrepeso y obesidad, lo que aumenta considerablemente la probabilidad de que, al llegar a la vida adulta, presenten enfermedades como diabetes o problemas cardiovasculares.
“Las empresas tratan de lavarse la cara al decir que apoyan a la ciencia y a la investigación, es más, Coca Cola tiene un Premio Nacional de Nutrición que le fue entregado por el Conacyt en la administración pasada, pero lo cierto es que decir que están interesados por una sana alimentación, es solo una trampa enorme. Disfrazan su interés de preocupación científica, dicen que están generando alimentos que van a nutrir a la población, pero los alimentos que realmente van a nutrir a la población han estado aquí presentes durante siglos”, abunda y advierte de la urgente necesidad de tomar acciones respecto a la salud de los habitantes.
Para los periodistas y divulgadores de la ciencia Martha Elena García y Guillermo Bermúdez, autores de diversos trabajos que abordan aspectos claves de la alimentación en nuestro país, este problema persiste en Oaxaca a pesar de que esta entidad es una de las que presenta un mayor patrimonio biocultural del país y de la reforma de 2020 que prohíbe el suministro de comida chatarra a menores de edad.
“Su riquísima comida tradicional y ancestral es clave en el reconocimiento otorgado por la Unesco a la comida tradicional mexicana como patrimonio mundial inmaterial de la humanidad”, destaca Martha Elena García.
Para los periodistas especializados en temas de alimentación, la problemática en general se explica por la intervención de estas industrias en las políticas públicas del país, con la complicidad de funcionarios públicos, incluso de científicos, académicos y especialistas nutricionales de la salud.
“Como periodistas de ciencia nos ha costado reconocer que nos hayan estado engañando tanto tiempo incluso usando criterios científicos como recursos mercadotécnicos para fabricar mentiras que hoy circulan disfrazadas de ciencia”, dice.
Martha Elena García explica que, durante la primera década de este siglo, expertos en salud hallaron evidencias de la inminente epidemia de obesidad y diabetes e impulsaron una estrategia para frenarla, con la premisa de disminuir al máximo el consumo de refrescos y productos chatarra en los menores de edad. Invitaron a la industria a sumar esfuerzos, pero las empresas tenían la consigna de sabotear todas estas propuestas.
Más de diez años después, dice, la pandemia de covid-19 evidenció las consecuencias de esta otra epidemia que por décadas se quiso encubrir y minimizar: la de la obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares que afectan a gran parte de la población mexicana y que nos hizo más vulnerables al coronavirus.
De acuerdo con la periodista, la pandemia pudo haber sido menos letal si los tres últimos gobiernos no se hubieran coludido con la industria de bebidas endulzadas para bloquear, minimizar y retardar las políticas públicas que la OMS sugirió aplicar desde el 2002 para controlar la epidemia de obesidad y diabetes que veía venir.
Abelardo Ávila Curiel, Martha Elena García y Guillermo Bermúdez presentaron el pasado 15 de junio en Oaxaca su más reciente libro: Alimentarnos con dudas disfrazadas de ciencia: Nutriendo conflictos de interés en México, en el que documentaron las estrategias de esta industria para seducir, engañar, confundir, e incluso, comprar a académicos y científicos.