José Antonio Lugo
I. Ser madre o padre; ser hijo o hija
Tenemos muchos ejemplos en literatura de hijas y su relación con el padre (quizá la más trascendente es la de Antígona con Edipo), así como de hijas en relación con su madre (como la magnífica novela Apegos feroces, de Vivian Gornick).
Teneos también historias de hijos que lloran a sus padres, que le hacen caso a su padre después de muerto, y de hijos que son aceptados por sus padres.
II. Jorge Manrique y Jaime Sabines
Ante la muerte de su padre, el hidalgo castellano Jorge Manrique (c. 1440-1479) escribió unas coplas que lloran al padre y reflexionan sobre el sentido de la vida: » Así, con tal entender, todos sentidos humanos conservados,cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados, dio el alma a quien se la dio (el cual la ponga en el cielo en su gloria),que aunque la vida perdió, dejónos harto consuelo su memoria».
El poeta chiapaneco Jaime Sabines hizo lo propio, cinco siglos después:»Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas, por eso es que este hachazo nos sacude». Hijos que lloran a sus padres.
III. Hijos que esperan a sus padres
Sin duda el caso literario más notable es Telémaco. Mientras su madre Penélope desteje en la noche lo que tejió en el día (había prometido entregarse a alguno de sus numerosos pretendientes al terminar el tejido: Sherezada del telar), Telémaco espera pacientemente a su padre, Ulises. Cuando al fin regresa a Itaca, y lo reconoce gracias al fiel Argos, el perro, hacen equipo y matan a los pretendientes.
IV. Hijos que vengan a sus padres
Jasón el Argonauta y Hamlet viven situaciones similares. Ante la traición de sus madres, que matan a sus padres y permiten que suba al poder el amante, los hijos tiene que enfrentar, el primero, la búsqueda del vellocino de oro y el segundo, al ver al fantasma de su padre que le pide venganza, debe resolver la pregunta: «ser o no ser». Seguir al Padre o vivir sin padre simbólico.
V. Kensuburo e Hikari, Hikari y Kensaburo
13 de marzo de 2023. Día triste. Ha muerto Kensaburo Õe. Él y Kawabata ganaron el Premio Nobel de Literatura. Quizá lo merecieron también el póker de ases: Akutagawa, Abe, Tanizaki y Mishima. Ôe estudió Letras Francesas y vino a dar clases a El Colegio de México, de modo que muchos escritores mexicanos lo conocieron (no tuve el gusto).
Su novela Una cuestión personal cuenta la historia del personaje principal, Bird, a quien se le anuncia que su hijo nació con hernia cerebral y vivirá mentalmente discapacitado. Se le dice que tiene el derecho legal, durante unas horas, de desconectarlo y decretar así su muerte. Si no lo hace, ya no podrá hacerlo y tendrá que vivir con él toda la vida.
Bird, como Rimbaud, recibe la noticia como su «temporada en el infierno». Bebe, vomita, hace el amor con una amante, llora… Al final, decide que no desconectará a su hijo, a ese hijo que le recuerda a Apollinaire (el gran poeta francés, parte de cuyo cráneo fue destrozado en la primera Guerra Mundial, por lo que siempre estaba vendado de la cabeza), ese hijo al que se llega a mencionar en la novela como «un brócoli». Bird decide que su hijo viva.
Como dice el título, es una cuestión personal, una novela autobiográfica. Ôe aceptó a su hijo Hikari Ôe, (Hikari significa «luz» en japonés), quien tiene discapacidad visual y epilepsia, pero ha logrado convertirse en un intérprete y un compositor. No se expresa con palabras, pero sí con música.
Ôe escribió esta novela y por ella, junto con el resto de su obra, ganó el Premio Nobel de Literatura.
Su hijo lo acompañó a recibir el Premio. Me gusta suponer que Hikari Ôe le regaló la más alta distinción literaria del planeta a su padre, como agradecimiento por contar su historia y darle la oportunidad de vivir. Me conmueve profundamente este fragmento de vida, que toca fibras personales que he tratado de contar en una novela que pronto verá la luz.
Hoy, Hikari Ôe llora a su padre Kensaburo.