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Juan Pablo Villalobos, cineasta istmeño apuesta por un cine sin estereotipos

Fotógramas de Xquipi, del cineasta Juan Pablo Villalobos |Cortesía.

Juan Pablo Villalobos (Tehuantepec, Oaxaca-1988) es un cineasta oaxaqueño, seleccionado recientemente en la Sección de Cortometraje Mexicano de Ficción del Festival Internacional de Cine de Morelia, con su cortometraje Xquipi (Ombligo) realizado en 2022 en su ciudad de origen.

Desde Tehuantepec, habla vía telefónica sobre su cortometraje, el cual se terminó apenas hace tres meses, y es resultado de su propio esfuerzo. De paso, nos cuenta un poco sobre el cine desde esa región de Oaxaca y su apuesta por hacer cine contemporáneo alejado de los estereotipos:

Xquipi es un cortometraje realizado en Tehuantepec con mis propios medios y con ayuda de quienes colaboraron en el cortometraje. No he tenido la fortuna de recibir ninguna beca de IMCINE o de ninguna otra institución ni estímulos de cine para comunidades indígenas o afrodescendientes. Se armó con solo 25 mil pesos que había ganado en otro festival en Yucatán, luego puse otros 25 y mi familia otros 25 mil, así que lo hice más o menos con 80 mil, casi nadie me cobró, solo pagué a los actores que son de Tehuantepec o de Unión Hidalgo y el hospedaje de algunos. No salió costoso pero es un trabajo con una factura profesional. Se terminó en noviembre de 2022  y el diseño sonoro se realizó en Suiza.

Juan Pablo cuenta que había participado para obtener el estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC) para terminarlo, pero no lo apoyaron.  

—Estaba algo triste, pero un amigo vio el cortometraje y decidió apoyarme para el tema sonoro, él como coproductor. Así ha sido mi trabajo, no comencé como la mayoría, con los apoyos de IMCINE que se encarga de dar la ruta, la mía se fue dando de manera circunstancial. 

De la historia al cine

Juan Pablo Villalobos se fue en 2006 a estudiar Historia a la Ciudad de México, estando allá se hizo aficionado a la Cineteca Nacional, le gustaba el cine, pero nunca tuvo oportunidad de verlo en las grandes pantallas porque en Tehuantepec, una ciudad con al menos 67 mil habitantes, las ofertas culturales son casi nulas, no hay cineclub ni biblioteca, sólo hay una Casa de Cultura, en la que se dan clases de marimba, pintura y karate y no hay idea de otras manifestaciones culturales.

—Me convertí en ratón de Cineteca. Más tarde me enteré que había dos escuelas públicas para hacer cine, pero fue hasta 2011 cuando me atreví a estudiar en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM. En 2016 me gradué como director de cine, con especialidad en Dirección y Fotografía. 

Durante varios años trabajó en la capital del país como cinefotógrafo en temas de publicidad. Pero debido a la pandemia regresó a Tehuantepec y se puso a editar su primer cortometraje que había filmado en 2016: Que ha sido hasta ahora tu continuo errar, con el cual  ganó el primer lugar nacional en el festival Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo. Este logro, dice, lo volvió a poner en contacto con su faceta de Director y le hizo replantear su actividad.

En 2020 dejé atrás mi trabajo en la ciudad de México y me quedé a vivir en Tehuantepec para dirigir mi nuevo proyecto. Así surgió Xquipi (Ombligo) en 2022.

El joven cineasta piensa que el reconocimiento hacia su trabajo es hasta cierto punto natural, dice que tantas realidades que no han sido vistas llaman la atención y en el cine más.

Nuestras realidades son el objeto de nuestro arte

Juan Pablo Villalobos, cineasta

La riqueza que se ve en la película es la misma que hay en Tehuantepec, y eso es lo que valoran, es tal cual es, yo no la altero o tal vez la única “alteración” es mi punto de vista, pero no soy un director que ocupe a un director de arte o diseñador de producción para que cambie los colores. 

Cine contemporáneo desde las comunidades 

Sobre las producciones en el país, considera que se hacen de una manera centralizada o desde el norte, donde se acaparan los temas cinematográficos, incluso los temas indígenas pero de manera más etnográfica. Pero su propuesta es distinta, él ve su comunidad, Tehuantepec, como una mezcla contemporánea de formas de una cultura zapoteca que se niega a morir, pero también inmersa en la modernidad.

Del contexto de la región, recuerda que en el Istmo de Tehuantepec no había producciones de cine y por eso fue clave la visita del director soviético Sergei Eisenstein en los años 30. 

—Más tarde en los 80 hubo una fiebre de intelectuales que organizaron un taller de cine indigenista en las que participaron una mayoría de mujeres de San Mateo del Mar, que por cierto eran bastante vanguardistas. Ese fue el primer registro de paisanas que realizaron una obra cinematográfica. Después llegan del centro del país a hacer documentales del tema de muxes, del canal 22, de la BBC y luego hubo otros esfuerzos que junto con ambulante produjeron documentales como Nendok entre lagunas, pero de manera más formal el primer cortometraje, desde adentro, es La baláhna de Xochitl Enríquez en el que participó también un equipo de producción local.

Del cine sobre las comunidades dice que actualmente hay una tendencia a folclorizar algunas realidades del Istmo, porque las productoras han visto que algunos audiovisuales previos han sido muy comerciales, pues son fáciles de vender.

—Pero no todos, por ejemplo el documental Ramo de fuego de la directora estadounidense Maureen Gosling, es una aproximación muy honesta, también hay otros como Muxes, de Alejandra Islas, ambos son más cercanos al respeto.

Juan Pablo sugiere que esas producciones con retratos más superficiales, son de gente “que no es de aquí” y por otro lado, parece ser que el cineasta de la población indígena está reducido a contar las historias desde una visión etnográfica, antropológica o folclórica.

—Si alguien de esas mismas comunidades quiere explorar el lenguaje y hablar de otros temas puramente estéticos o plásticos, no somos prioritarios, el sistema no siempre da esa oportunidad, como si fuera exclusivamente para gente de la capital o de la ciudad.

¿Es decir, los indígenas no pueden salir del estereotipo?

—Exacto y mi lucha siempre ha sido salir de ese estereotipo. Incluso hay apoyos que exigen que en tus producciones tengan un compromiso explícitamente social o de denuncia, cuando el cine y la manera de filmar ya es una posición política. En cambio, cineastas de otras realidades sí pueden incluso hacer cine personal, estético o lo que quieran. La otra cuestión es que como nosotros no tenemos la lengua (zapoteca) a veces nos excluyen (en algunos estímulos para indígenas) de ser zapotecos y nuestro estado de ser zapotecos es de otra manera— cuenta el istmeño, quien ahora trabaja con una productora, alguien que creyó en su proyecto. 

«Estoy en el proceso de avanzar en mi largometraje, al mismo tiempo que está a punto de salir Xquipi  que fue seleccionado en el Festival Internacional de Cine en Morelia», dice satisfecho de este paso dentro de los festivales internacionales, en los que recién comenzó a participar.

Xquipi (Ombligo)|Juan Pablo Villalobos

Sinopsis: Coral y Luz, su hermana embarazada, viven en una vieja casa de Tehuantepec, en su patio tres albañiles construyen una cisterna. Durante la excavación, los albañiles hacen un descubrimiento inesperado, mientras Luz trata de parir.

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