Exhibe el CaSa el arte ritual de Oaxaca y otros estados del país
Unas 750 máscaras de la colección del antropólogo René Bustamante se exhiben en el Centro de las Artes San Agustín, y con ellas algunos de los símbolos que los pueblos de México utilizaron para representar sus creencias, conceptos o sucesos históricos.
La colección del antropólogo conjunta máscaras, arte aborigen africano y textiles resultado de sus innumerables viajes por el país y otras partes del mundo. Su interés por las primeras comenzó en 1973 en la Costa Chica de Oaxaca, iba en busca de un huipil de boda de Huazolotitlán y para su sorpresa cuando lo encontró, era usado por un hombre que además portaba una máscara de mujer. Esa máscara representa en diferentes lugares a la chanihuela, la malinche o la abuela vieja y sabia del pueblo
Bustamante investigó y documentó el significado de esa y muchas máscaras que ilustran las expresiones culturales de México, en 50 años el antropólogo logró reunir cientos de estos fascinantes objetos que ahora comparte en la muestra Rostros Atemporales. Evolución y permanencia de las danzas y máscaras mexicanas.
Estos objetos fueron usados en contextos diversos, pero casi siempre vinculados a lo festivo o ceremonial. Por ejemplo para rememorar el choque entre los españoles y los moros durante la Conquista, de hecho el antropólogo explica que es la danza más popular de todo México, pues casi cada estado del país tiene una versión.
También se usaron en fiestas y ceremonias comunitarias, como en las danzas del tigre, el cual era visto como el símbolo del maíz y del agua; en carnavales, aunque la mayor parte eran usadas alrededor de los ciclos agrícolas: la siembra, el preparado de la tierra, la cosecha, etc.
Los participantes de estos rituales recrearon mitos sagrados, algunos a través de la sátira, la burla, la teatralidad del espectáculo público.
Las máscaras fueron hechas de la madera disponible en los pueblos, como la del zompantle o colorín, muy fácil de tallar. Algunos danzantes incluso bebían té de este árbol, lo asumían como una forma de profundizar en el personaje que estaban representando.
La máscara era sólo una parte, a fin de cuentas, una máscara es un objeto sobrepuesto al humano, a través del cual lograban representar hechos históricos concretos, o actuar fuera de los convencionalismos sociales, o religiosos, estableciendo así otras formas de comunicación. Detrás de todas hay personajes que cuentan historias sagradas, como señala el antropólogo: las máscaras muestran y ocultan.
Cuando comencé en los años 70 me dí cuenta de cambios muy profundos, empezaba a llegar un cierto nivel de turismo y la gente empezó a producir exclusivamente para vender en el mercado. Actualmente, vemos que hay máscaras que tienen algún rasgo de algunas comunidades, pero que no fueron hechas para la danza sino para satisfacer al mercado. Por eso hay cambios en el simbolismo de las máscaras, en el significado y en los colores.
René Bustamante