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Foto: Elí García-Padilla
Visitamos la comunidad de origen zapoteco de San Baltazar Guelavila en la región conocida como «montañas y valles del centro de Oaxaca». Ahí nos recibieron el maestro Octavio Salvador Martínez (Mezcal Xkaldob o Sueños de Maguey) y su hermano Eleazar.
La expedición tenía como objetivo reconocer la ruta hacia el cerro sagrado conocido como «Nueve Puntas». El ascenso comenzó en un tipo de vegetación que es una transición entre selva baja caducifolia y bosque seco de encinos en donde abundan especies nativas de agavaceas silvestres como es el caso de las cucharillas (Dasilirion sp.), tobalá (Agave potaturum) y tepextate (A. marmorata).
Los guías locales cuentan que este cerro está encantado se dice que es cuidado por una serpiente gigante que tiene una flor en la cabeza y por lo tanto es preciso llevar a cabo un ritual de petición de permiso, para que así las entidades guardianas de este sitio sagrado nos permitan entrar y salir sin correr o sufrir algún riesgo en el proceso.
Octavio Salvador, reconocido maestro palenquero de San Baltazar Guelavila, ofrendó tabaco y mezcal en el suelo, solicitando así el bienestar durante el recorrido de poco más de cinco horas de ida y otras cinco de regreso.
Al comenzar el ascenso fue notable el cambio o transición no solo del antes muy cálido y seco clima a uno más fresco y húmedo, pero además del tipo de vegetación dominante ahora compuesto por especies de encinos de mayor tamaño y algunas especies de agaváceas de enormes proporciones y una notable abundancia de plantas epífitas.
Justo antes de llegar al sitio donde descansamos y tuvimos la comida, encontramos a una especie de lagartija microendémica de Oaxaca (Xenosaurus phalaroanthereon) que vive adaptada a las grietas naturales disponibles en las rocas calcáreas. Además comenzamos a encontrar algunos vestigios arqueológicos similares a basamentos de pirámides que han sido literalmente tragados por el tiempo.
Continuamos hasta llegar a un paraje ubicado entre el pico 2 y 3 del «Nueve Puntas», en donde existen un par de árboles de encino en cuyas raíces se encuentra un tipo de oquedad natural en donde hay agua disponible, posiblemente de lluvia. Justo ahí Octavio volvió a hacer una pequeña ofrenda, pero esta vez con mezcal, tabaco, una veladora y varios dulces tradicionales.
Luego visitamos el pico 3, 4, 5, 6 y 7, en este último la vista del paisaje es verdaderamente espectacular y además comenzamos a foto documentar los ahora más abundantes y notables vestigios arqueológicos evidentemente de origen prehispánico. Es probable que este sitio haya sido ocupado por la civilización zapoteca o también conocida como la gente de las nubes.
El resto del cerro, es decir el pico 8 y 9 solamente fue recorrido por Celestino Méndez (“Walk with Celestino”) quien además sufrió de un breve extravío o desorientación presumiblemente atribuido a las entidades guardianas de este sitio biocultural sagrado. Poco tiempo después nos cayó la espesa niebla, descendió la temperatura dramáticamente y comenzamos el regreso con la poca luz del día.
Cayó la noche y perdimos el sendero original por el cual ascendimos, terminando por descender por una ruta diferente, la cual nos hizo sentir que el descenso era inacabable.
Al final reflexionamos sobre nuestra épica aventura en el centro de la comunidad de San Baltazar Guelavila, al pie del mural comunitario en donde están representados tanto el cerro como la mítica y guardiana serpiente gigante con la flor en la cabeza la dueña de este cerro sagrado.