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Estrella Vázquez, muxe de Juchitán, Oaxaca. Foto: Carmen Pacheco
Estrella Vázquez ya era una muxe famosa cuando la conocí. Su historia de vida había inspirado al músico oaxaqueño Nathanael Lorenzo Hernández para componer la canción Chula, de la película Finlandia, la cual estaba a punto de estrenarse en Oaxaca.
Dos años atrás, en 2019, la imagen de Estrella se internacionalizó al aparecer en la revista estadounidense Vogue. Distintos medios nacionales e internacionales registraron aquel momento en sus titulares y se convirtió en el foco de todas las redes sociales.
“La indígena transgénero mexicana que hace historia al llegar a la portada de Vogue”
Así titulaban distintos medios y agencias internacionales ese histórico momento.
Para ella, aparecer en la revista fue una verdadera sorpresa, que después derivó en decenas de llamadas, entrevistas, incluso intimidaciones y amenazas. No todo ha sido brillo, también ha vivido discriminación y homofobia.
Platicamos con ella un domingo caluroso. Su larga silueta de aproximadamente un metro con noventa centímetros resalta entre las piedras del río, donde nos acomodamos dispuestas a escuchar cómo llegó a la portada de Vogue en su 20º aniversario.
“Me llamo Estrella, acabo de cumplir 39 años, soy muxe, muxe mujer, como dice una amiga. Nos identificamos como femeninas, vivimos al día y nos vestimos más de mujer. Vivo en Juchitán. Y aquí estamos”
En la región del Istmo de Tehuantepec, donde ella vive, se les llama muxes a quienes nacieron biológicamente como hombres, pero que adoptan roles de mujer. Muxes gunaa son personas que usan enaguas, huipiles o faldas y blusas, como Estrella; muxe nguiu son quienes visten “más varoniles” con pantalón, y camisa.
«Todos hablan del paraíso muxe, que son gente divertida, que son gente amable, en fin, que bueno que nos pongan en un aspecto de gente de bien. Pero no se metan con su vida», advierte.
Estrella cuenta que aunque son reconocidas, sigue habiendo discriminación y homofobia. “¡Imagínate! Hay unas Velas en las que aún no nos aceptan aunque convivimos todos los días con ellos. Nos dicen que no debemos portar el traje regional porque no somos mujeres; la gente evangélica no nos acepta porque cree que somos pecadores y que estamos invadiendo un lugar que no nos pertenece.
De la marcha del orgullo a la portada de Vogue
Estrella fue invitada a una marcha del orgullo en la Ciudad de México.“No tenía nada que hacer, me pagaban el autobús, el hotel, el desayuno, le dije a mi madre, ay mamá quiero ir. Y fui, después del desfile mi amiga recibió una llamada y me dijo: te felicito a una persona le gustó cómo fuiste, les gustaste, vieron tu porte, tu cuello…
Luego le invitaron a un comercial de mestizos de la Cerveza Victoria, tenía una actividad de clausura, pero estaba dispuesta a ir, finalmente no participó. “Mi amiga me dijo que habían decidido por ella”. Días después le llamaron para ir a una sesión de fotos en un hotel en Huatulco.
“Éramos varias, como 14 muxes. Me dieron 10 minutos para maquillarme y yo me tardo una hora y media”, dice bromeando. “Ahí me ves en la calle, cuánto glamour teníamos ahí todas la muxes…”
En noviembre de 2019 apareció la foto en la portada de Vogue, la subieron a redes sociales. “Estaba en boca de todo mundo, yo no me la creí, llegando de la vela (la fiesta) me dormí, hasta que la vi y me comenzaron a llamar de televisoras de México y Estados Unidos. Perdí como 15 días de andar de un día a otro en eso”.
—¿Te pagaban?
Nos pagaron 1500 pesos por la foto que nos hicieron. La gente decía ¡cuánto dinero recibió Estrella! Pero estoy más pobre que nada. La hicieron en una sesión de fotos con muchas, y de ahí sacaron una, pero nos hicieron firmar un papel donde decía que podían usar esa foto para la portada de revista. Yo pensaba que íbamos a salir todas y aparecí sola en la portada. ¡Ya te imaginarás!
—¿Qué decía la portada?
Estrella muxe, era la foto nada más. Tenía una partecita (de texto) en las páginas, pero no tenía mucho valor, no me buscaron. Utilizaron mi imagen, la internacionalizaron.
Estrella no recibió ni un peso de las ventas. Se volvió popular por aparecer como modelo en algunas revistas, pero su trabajo en la vida diaria es dar clases de baile, poner coreografías, adornar iglesias para bodas o fiestas.
“Han querido que vaya a México (CdMx) para tener acceso a entrevistas, a fotos, y les digo no. Puedo estar una semana, pero no más tiempo, tengo que regresar, aquí ya sabes como es tu gente, tus amigas muxes, tus propias hermanas muxes, estás en tu casa”.
Estrella a orilla del río de Nejapa de Madero. Foto: Carmen Pacheco.
Ser muxe
Estrella cuenta que siempre ha identificado el ser muxe con dar alegría, dar tu vida, dar todo de ti, la muxe auténtica dice, no se queda con lo que obtiene, todo lo que hace lo entrega.
«No sé por qué todo lo que hago no me lo quedo, se lo doy a gente que lo necesita, tal vez porque mi papá nunca me quiso, me quiso correr de la casa, me quiso matar. Entre los siete y ocho años mi papá me quiso ahorcar, dijo que no aguantaba verme porque le daba pena.
Quiero que cuando la gente me diga, necesito de tu ayuda, estar ahí. Te va alimentando porque vienes de una situación muy fuerte».
Estrella relata que la única persona que lo defendía era su mamá. Le decía déjalo, ya nació así, para que lo maltratas. Luego me decía vete a jugar por allá, vete a casa de tu tía, vive con mis abuelos. “Mi abuelo era un amor. Casi me muero, cuando él murió, pensaba ¿ahora dónde me voy a refugiar cuando me persiga con machete, con palo?»
Cuenta que todavía hasta los 20 años de edad la seguía violentando. Pero en un momento de su vida su padre enfermó de cáncer en la laringe.
“Cuando se enfermó, fue Estrella quien lo llevó, se quedaba en el hospital, buscó la manera. Cuando le tocó pasar al área de psicología le preguntaron ¿por qué un muxe está contigo y él dijo: es mi hija, ella es la que tiene tiempo, la que puede dejar su casa, la que puede estar conmigo, empezó a llorar”, narra la juchiteca, refiriéndose a ella misma en tercera persona, como queriendo tomar distancia, quitar peso emocional, ver las cosas con mayor claridad.
Así estuvo durante dos años. El psicólogo no entendía por qué Estrella estaba ahí. Su padre murió a los 60 años. “Fue hasta que lo cuide, cuando me acepto, fueron esos momentos, (antes) nunca me iba a decir hija”.
2 Comentario
Ángeles Sánchez
Dios padre! Qué historia de vida! Pude sentir la sensibilidad y honestidad de Estrella en su relato, eso es justo lo que nos vuelve humanos, abrazo la vida de Estrella que representa no solo la vida de los muxes, también la vida de muchas mujeres violentadas en las familias.
Excelente artículo Rocío Flores
Alejandro Rivera Cirilo
EXCELENTE RELATO.