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El Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) apuesta por la fotografía emergente. Mediante una convocatoria, este año seleccionaron dos proyectos locales para presentarse con una exposición individual en la Sala 7, un espacio dedicado principalmente a la promoción de la fotografía local.
Este viernes 30 de agosto a las 18:00 hrs., se inaugura la primera de las dos exposiciones. “El aire se lleva las voces” de Jorge Pacheco León. Cabe resaltar que el premio de esta convocatoria no se limita al uso del espacio, también ofrece apoyo para la producción, y acompañamiento curatorial que para esta primer exposición lo realizó la artista Tania Bohórquez, quien escribe acerca de esta exposición:
“El aíre se lleva las voces es una protesta visual, un grito contra la degradación de la vida natural y espiritual, una invitación a explorar lo místico y enigmático, un espacio donde la fotografía contemporánea en blanco y negro se convierte en un medio para conectar el cuerpo, la mente, el alma y la naturaleza, proponiendo un encuentro entre lo tangible y lo sublime”.
Jorge Pacheco León (1998), en entrevista durante el montaje nos comparte lo siguiente.
¿Cómo definirías tu trabajo?
Simple. [Silencio]. Crecí con las historias de mi Mamá y de mi Abuela alrededor del bosque, un espacio de refugio para la realidad en donde me siento tranquilo. Cuando camino, asumo el papel de detective tratando de encontrar las imágenes que abonen a la construcción del imaginario de estas las historias con las que crecí. Estas fotografías son evidencias, ventanas entre este mundo y el otro que te cuento. [Risas]. Me cuesta mucho expresarme con palabras sobre mi manera de ver el mundo. Las fotos tienen esa función, ventanas que me permiten mostrar este mundo fantástico.
¿Cuándo inició el proyecto?
En 2020, antes ya tomaba fotos con ese estilo, pero sin consciencia de lo que quería realizar. En los últimos tres años fue de una manera más consciente. Particularmente en el taller de Julio Barrita, “desarrollo de proyectos fotográficos” la cosa comenzó a ser más concreta.
¿Cómo te sientes al exponer tu trabajo?
Siento que es como finalizar una etapa, porque no he tomado ningún taller fuera del Álvarez, desde que aprendí el uso básico de la cámara hasta conocimientos más avanzados. Veo estas fotos y ya no me reconozco tanto. [Silencio]. Ahora mismo me encuentro haciendo otro tipo de fotografía. He ido arrastrando estas fotografías y lo que sigue es exponerlas, así finaliza su temporada. Después de esto puedo hacer nuevas cosas. Exponerlas le da más sentido a lo que viene.
Además de exponer en el Álvarez…
El Álvarez… [suspiro]. Además de los talleres, las amistades que he hecho, el uso de la biblioteca, hasta este momento, el CFMAB ha sido fundamental para mí. Tengo muy presente introducción a la fotografía con Patricia Cerezo, y de ahí el taller de desarrollo de proyectos con Julio Barrita, y otro de retrato documental con Alexia Zúñiga, han sido los talleres que llevo más presente.
¿Quiénes son tus principales influencias en la fotografía?
Masahisa Fukase, un fotógrafo japones. El primer libro de fotografía que vi fue Ligeramente desenfocado de Robert Capa. Ragnar Axelsson, toma fotos de Islandia y también construye esta atmosfera que me gusta.
¿Tienes influencias nacionales, locales?
También la fotografía de Dolores Medel. Aquí en Oaxaca todos nos conocemos a través de nuestras fotos, tanto con los demás como con uno mismo. La foto en Oaxaca para mí ha sido un camino de autodescubrimiento y de relaciones más introspectivas.
¿Qué sigue después de esta exposición?
Estoy interesado en seguir aprendiendo. Lo que me ha pasado en las últimas fechas me ha dado más confianza, siento que tengo los elementos para seguir intentando. [Suspiro]. Mi mayor problema siempre fue que hablaba de muchas cosas y al mismo tiempo de nada. Ahora que tengo un momento de claridad, me gustaría seguir aprendiendo porque soy más consciente de ese aprendizaje.
¿Qué opinas de la fotografía en Oaxaca?
Creo que es importante que sigan existiendo estos espacios de refugio y de autoconocimiento, de introspección. De alguna manera el Álvarez ha sido como el bosque para mí. Que existan este tipo de espacios es importante, para jugar, experimentar, conocerse, escapar del día a día, de la rutina, del trabajo: espacios de libertad.
¿Puedes compartir alguna de las historias orales que abordas en tu fotografía?
Recuerdo que mi abuela me intentaba asustar con que había un señor en un árbol y que me asustaría si no me dormía temprano. Nunca me dio miedo, más bien curiosidad. Me quedaba despierto viendo la ventana para ver si lo veía. Ahora comprendo que era para cuidarme, para cuidar que me durmiera temprano. Quizá estas historias de alguna manera nos cuidan y por eso me interesa preservarlas.
¿Podremos ver reflejadas estas historias en tus fotos?
Yo espero que sí. [Risas]. Desde niño quise ser protagonista de esas historias, era lo que escuchaba, lo que me interesaba de este mundo. Tenía la idea de que estas historias eran especiales y si yo protagonizaba una yo también sería especial.