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Dos artistas rompen modelos rutinarios

Dos de los artistas vivos más notables de Oaxaca, Alberto Aragón y Manuel de los Ángeles, están sosteniendo un par de excepcionales muestras de sus obras en los principales sitios de exposición en la capital oaxaqueña: la plaza Independencia, junto al zócalo, y el Museo de los Pintores Oaxaqueños, espacios a los que tan solo separa la extensión de la avenida Independencia, la principal de esta urbe.

Ambos artistas están en su temprana madurez (no han cumplido aún cincuenta años de edad), lo cual demuestran con sus exposiciones «Procesión: Tiempo de gigantes», conjunto de cinco esculturas monumentales de Alberto Aragón Reyes (Oaxaca, 1980) y «Otra Aura. Maestros de la Pintura Occidental», serie de 34 obras pictóricas en mediano y gran formato de Manuel de los Ángeles Sosa (Salina Cruz, 1978).

Alberto Aragón dio a conocer la primera obra de esta muestra monumental en 2017, cuando expuso su díptico de seis metros de altura El Pescador en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, institución sepultada este año por una serie de pésimos manejos de sus administradores.

A partir de julio de este año, y hasta el mes de diciembre, Aragón instaló sus cinco descomunales obras en la plaza Independencia, junto al costado norte de la catedral metropolitana. En ese espacio que la avenida separa del colonial Palacio del Obispado, se yerguen las obras tituladas La Revelación: Hombre y Mujer (díptico), Tótem y Civilización, junto con la ya conocida El Pescador (que es, asimismo, un díptico).

Las cinco figuras humanas modeladas en hierro y resina son un espectacular despliegue del talento de Aragón, creador surgido de un grupo de arte de jóvenes de la calle, proveniente de una familia de muy modesta posición de la ciudad de Oaxaca.

A fuerza de sacrificios y un trabajo incansable, Aragón Reyes se formó en Dinamarca en el taller del escultor Jens Galschiøt. Después de viajar por Europa y Sudamérica, Alberto Aragón regresó a Oaxaca a construir un gran taller de pintura, grabado y escultura, y a partir de 2016 comenzó a modelar las seis piezas monumentales que despliega este año en el corazón de la capital oaxaqueña. Un conjunto de esculturas suyas fue presentado en la edición 2017 de Art Basel, en Miami.

Por su parte, el pintor Manuel de los Ángeles despliega en las salas “Rodolfo Morales” y “Rufino Tamayo” del Museo de los Pintores Oaxaqueños la gran muestra pictórica «Otra Aura. Maestros de la Pintura Occidental», cuadros elaborados al óleo que recrean obras icónicas de maestros como Sandro Boticelli, Rafael Sanzio, Leonardo Da Vinci, Pieter Paul Rubens, Rembrandt Van Rijn, Diego Velázquez, Francisco de Goya y Jean-Louis David, entre otros.

Con esta muestra, el pintor formado en la Ciudad de México retorna a Oaxaca después de una estadía de diez años en Pachuca, Hidalgo, donde transitó del arte hiperrealista al paisajismo y al retrato realista, evolución que lo llevó a recrear a los grandes maestros europeos durante el forzado encierro por la pandemia por Covid, de 2020 a 2022.

Manuel de los Ángeles Sosa creció dentro de una familia de pescadores que esperaba que el muchacho, al estudiar, optara por una profesión “segura”, como ingeniero o contador público. Sin embargo, el joven salinacrucense, al irse a estudiar a la Ciudad de México contra la opinión de sus familiares, optó por la carrera de diseñador.

En la década de 1990, el joven oaxaqueño que asistía a la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, adscrita a la Universidad Nacional Autónoma de México, fue orientado por sus profesores a la especialidad de ilustración. En esos estudios, de los Ángeles Sosa descubrió su vocación por las artes plásticas.

Sin embargo, debido al nulo apoyo de su familia para continuar esa especialidad, de los Ángeles buscó alguna manera de proseguir su formación en las artes visuales. La necesidad de un alojamiento y alimentación lo condujo a un albergue del Pentatlón Militar, donde tuvo que adaptarse a una disciplina severa, que incluía baños de agua helada para cualquier falta.

Entre esos rigores y el estudio de la teoría de la imagen, Manuel de los Ángeles desarrolló una empeñosa vocación por la pintura y el dibujo que le permitió destacar a partir de 1998, cuando presentó su primera muestra individual en la FES Acatlán.

“Como artista, me formaron la dureza de mi padre, el internado militar, la indiferencia de mis familiares, las calles de la Ciudad de México y uno que otro amor”, declara ahora el pintor con 27 años de trayectoria.

A partir de 2001 Manuel de los Ángeles, aún radicado en la Ciudad de México, comenzó a destacar por su trabajo artístico, al obtener el Premio de Adquisición de Pintura en el Encuentro Nacional de Arte Joven. En los años siguientes —2002, 2006, 2009 y 2011— su obra fue seleccionada para ser exhibida en la Primera, Tercera, Cuarta y Quinta emisiones de la Bienal Nacional de Artes Visuales de Mérida, Yucatán.

El artista nacido en Salina Cruz, al cumplir treinta años de edad en 2008, obtuvo el Primer Lugar en la Bienal Nacional de Pintura Julio Castillo, en la capital de Querétaro. Ese mismo año participó en la feria “Arteaméricas” en Miami, Florida.

Al año siguiente, en 2009, de los Ángeles fue seleccionado en el Premio Nacional de Pintura “José Atanasio Monroy”, en Guadalajara, Jalisco, México. En 2012, el artista fue convocado a participar en la feria PINTA en Londres, Inglaterra. Para entonces se había establecido en Pachuca, Hidalgo, donde se dedicó a pintar en un medio donde podía vivir entregado a su trabajo, pues el medio cultural tiene discreta resonancia en esa ciudad.

En el relativo aislamiento de Pachuca, Manuel de los Ángeles sostuvo su vocación pictórica de forma que en 2022 el Salón Guanajuato de Arte Contemporáneo le confirió su galardón a la Mejor Pintura.

Alberto Aragón y Manuel de los Ángeles son ejemplos de artistas que van en ascenso en el medio nacional e internacional gracias a un tenaz esfuerzo. Para sus magnas exposiciones en Oaxaca sólo han contado con su obra y el apoyo de sus coleccionistas. Ninguna institución pública les ha dado recursos, ni becas, ni fondos gubernamentales. Todo lo han conseguido apostando a sus talentos individuales y a una ética de trabajo que se desliga de padrinazgos oficiales.

Es interesante admirar la obra de estos jóvenes maestros en un año en que están a la vista exposiciones tan interesantes como las que celebran los cinco años del deceso de Francisco Toledo (1940-2019), en exhibición en los espacios que fundó el maestro juchiteco: el Centro de las Artes San Agustín, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y el Centro Fotográfico “Manuel Álvarez Bravo”.

Asimismo, hablando de otra notable muestra presentada este año, en la galería Taller Popular, ubicada en la calle de Porfirio Díaz, los pintores George Mead Moore y Alice Christov reúnen a 30 artistas visuales locales y extranjeros en una muestra colectiva de más de cien obras (pintura, gráfica y dibujo), «Stand by Me», que mereciera estar en el mejor museo de Oaxaca. En ese espacio, el centenar de imágenes dialoga entre sí y deslumbra por la calidad de la mayoría de las creaciones.

En tal efervescencia de excelentes exposiciones, Aragón y de los Ángeles rompen con los modelos rutinarios de las artes visuales en Oaxaca. Como otros artistas antes que ellos, —como Demián Flores (Juchitán, 1971) o Jerónimo López Ramírez “Dr Lakra” (CDMX, 1972), pero sin el apoyo que estos últimos han tenido de diversas instituciones—, los autores de «Procesión» y «Otra Aura», Alberto Aragón y Manuel de los Ángeles, están marcando con sus obras nuevos caminos a seguir en el panorama de las artes de México.

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