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Poeta intensa, amorosa, persistente en su deseo, presenta ‘La edad terrible’
Enna Osorio creció escuchando poemas en Navidad, podría decirse que es el legado que le otorgó la vida. Su madre leía mucho y a su padre le gustaba declamar a poetas del siglo XIX y principios del XX como Juan de Dios Peza, Amado Nervo, Becquer. Con los años, lejos de perder su valor, ese legado se ha transformado en este hablar propio de lo poético.
Comenzó a leer cuando cursaba el cuarto año de primaria, sus padres le apagaban la luz del cuarto casi de madrugada. Para escribir ocupaba las paredes de su casa, intuía que “en ese lenguaje torcido” se estaba diciendo algo más que las palabras escritas. A los 15 años empezó formalmente su tránsito en el taller Cantera Verde, por una recomendación que la decana periodista Arcelia Yañiz le hizo a su padre.
Enna fue descubriendo ahí ese lenguaje que podía provenir de un poema o texto escrito, del desconcierto, o del silencio inefable. Aunque reconoce que le tocó una escuela de mucha competencia, pudo encontrar en el silencio una manera para solo atender lo que le interesaba. A los 17 años publicó su primer poema que pertenece ahora a la antología Escribir es lo desconocido, bajo el sello de 1450 ediciones.
“Viví lo rudo de un taller, ahora pienso que hay una línea muy delgada entre lo que puede ser violento en el proceso de enseñanza y lo que no es violento, pero es firme”.
Ahora observa que las nuevas generaciones han señalado y reclamado maneras menos intimidantes, que no coartan la seguridad y autoestima de transmitir la experiencia, pero también ve que hay formas apapachadoras, con muy poco rigor. Gente que inaugura talleres con posturas poco responsables de lo que trasmite al otro.
“Nadie aguanta la crítica y es necesaria, en su momento lo dijo Gorostiza, la crítica debería invitar a los lectores a abrir un libro no a cerrarlos”, apunta.
La edad terrible
Conversamos una tarde con la poeta sobre su nuevo poemario que recién ha publicado la Universidad de Sinaloa. Enna confiesa que el deseo de ser escritora comenzó en aquella niña de 13 años.
Cuando decidió estudiar profesionalmente Letras, se enfrentó a los argumentos familiares sobre los malos salarios y la ausencia de prestaciones de salud, de los escritores, artistas, poetas y periodistas independientes, [lo cual es cierto], así que desistió. Estudió la licenciatura en Humanidades en la Universidad de las Américas, pero nunca se alejó de la escritura creativa, tomó diplomados en distintas universidades. Hoy sus textos aparecen en revistas y suplementos culturales de México y Latinoamérica y en varias antologías.
Sigo ahí (en la poesía). Me caiga las veces que me caiga”
Una prueba de ese deseo, que le ha llevado a tratar de descifrar o de interpretar el propio rostro y el de los otros, es precisamente La edad terrible sobrepasando limitaciones, supuestas caducidades, impotencias.
Poeta intensa, amorosa, necia. Se enamoró mientras estudiaba, resultado de ese sentimiento se embarazó a los 20 años de edad. El nacimiento de su bebé con un paro respiratorio, fue un choque que cambió su rumbo.
Sus procesos escriturales a partir de su matrimonio y el cuidado de su hijo estaban muy frenados. Acudía irregularmente al taller que continuó por muchos años, incluso, su maestro le llamaba la poeta cometa, pero —apunta—, es porque los hombres no saben cómo una mujer va resolviendo su existencia con el cuidado de un bebé, sin el apoyo de la pareja, con una mamá diagnosticada con arteriosclerosis, y además una serie de decepciones, dolores, tras descubrir engaños familiares. Se rompieron estructuras. Entró en procesos que nunca antes había conocido como depresión y trastorno límite de la personalidad. Intentó hacerse daño. Terminó encerrada en un hospital para enfermedades mentales. Cierto pasmo del espíritu en el tiempo, pero la vida le obligó en algún momento a escuchar su propia voz.
Ahí, en el aislamiento, escribió el primer poema La casa de los escarabajos blancos, cuando encontró una pestaña que se le cayó a su hijo y que había guardado celosamente, le dolía no poder verlo, el haber visto a una chica con electroshocks, y no saber qué pasaría con su vida. La autora recuerda que ese espacio se volvió en el discurso familiar, como un lugar de castigo. Si no hacía gala de voluntad iría a parar a ese lugar nuevamente. Aunado a la soledad, sintió el dolor por pensarse egoísta, chantajista.
Ahora comprende que a las personas con algún trastorno de salud mental, neurodiversas, a las que no se les entiende se les suele describir de esa manera.
En ese tiempo todo era repetitivo en su escritura. Vivió un tiempo estéril. Todo parecía irse para atrás.
Este mundo parece estar solo para las personas de éxito, o al menos es lo que la gente quiere y busca. Se piensa en un mundo lineal… Pero cuando esas cosas suceden, cuando parece que todo va para atrás, si ocurre algo»
Enna volvió a escribir para reconocer y desterrar una memoria que atravesaba la incomprensión, la inseguridad, el dolor de una enfermedad que tiempo después llegó a su cuerpo.
De esos escritos en el aislamiento rescató algo de lo que 20 años después, varios talleres y ejercicios de reescritura, comparte en su más reciente poemario.
Jorge Luis Borges decía en un artículo titulado Ultraísmo, que se logra la meta principal de toda la poesía: al transmutar la realidad externa, racional, palpable del mundo (de la que se ocupa la filosofía) en una realidad interior de naturaleza emocional, ligada más bien a esas sombras o a ese delirio propio de la inspiración que es capaz de trascender los propios infiernos. Quizá Enna encontró en ésta una forma de conocerse entre las sombras, de encontrar en la naturaleza de lo poético una emoción con inteligencia, que privilegia antes que la memoria de las imposiciones, o el desamparo, una actitud creadora que resulta liberadora de esa La edad terrible que ahora nos presenta.
La edad terrible se presenta este domingo 13 de octubre a las 19:00 horas en el Foro Ventura en el zócalo de la ciudad de Oaxaca.
Sobre la poeta
Los poemas de Enna Osorio aparecen también en varias antologías como: Desde el fondo de la tierra, poetas jóvenes de Oaxaca (Praxis, 2012), Cartografía de la Literatura Oaxaqueña Actual II (Almadía, 2012), Asamblea de Cantera 25 años (Cantera Verde, 2014), XXXIV Selección Voces nuevas (Torremozas, 2021) y Escribir es lo desconocido (1450 Ediciones, 2022), entre otras.
Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en el Programa Jóvenes Creadores 2011-2012, en la disciplina de poesía. Beneficiaria de la Convocatoria CurArte es Guelaguetza con la propuesta Torceduras, bajo el Programa de Apoyo a las Instituciones Estatales de Cultura 2020. Autora ganadora en el XXXIV Concurso Voces Nuevas 2021, convocado por la editorial española Torremozas. Autora del libro La edad terrible (Universidad Autónoma de Sinaloa, 2024).