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Ifigenia Martínez, una de las luchadoras emblemáticas de la historia del México contemporáneo, falleció este sábado por la noche.
Reconocida por su vasto legado en la política y su lucha incansable por la igualdad de género, y su incansable defensa por la justicia social, la Presidenta de la Mesa Directiva del Congreso de la Unión fue la primera mexicana que obtuvo un posgrado en Economía por la Universidad de Harvard. Ganó el Premio Nacional de Economía en 1960 y fue considerada la “Mujer del Año” en 1966.
Ifigenia Martínez fue investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la primera directora de la entonces Escuela Nacional de Economía. Dentro de sus publicaciones destaca el libro: La Distribución del Ingreso en México, texto que la convirtió en la primera economista mexicana en escribir sobre dicho tema en toda América Latina.
Un legado de lucha
Un día antes de su muerte, el viernes 4 de octubre, Ifigenia Martínez compartió su último mensaje en el que celebraba uno de los momentos más importantes de su vida política:
Entregar la banda presidencial a la primera Presidenta es uno de los mayores honores de mi vida«
El martes 1 de octubre, la legisladora fue también protagonista de un hito, al pasar la responsabilidad del país de Andrés Manuel López Obrador a la primera mujer en asumir la Presidencia de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
Su participación en este momento histórico no sólo cierra un ciclo en su vida, sino también en la historia contemporánea de México.
El mensaje de Martínez fue una declaración de principios. En sus palabras, recordó la lucha de generaciones enteras de mujeres que han desafiado los obstáculos de una sociedad patriarcal.
“La llegada a la presidencia de Claudia Sheinbaum es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres. Mujeres que, con valentía, hemos desafiado los límites de nuestros tiempos”
En este mensaje cargado de simbolismo, Ifigenia Martínez trajo a la memoria a todas aquellas mujeres que han trabajado incansablemente por abrir puertas en los espacios de poder en los distintos espacios sociales.
La política de 94 años de edad, tenía preparado un discurso dedicado a Claudia Sheinbaum, pero derivado a su estado de salud ya no pudo dar.
A continuación se reproduce el mensaje de la presidenta de la Mesa Directiva:
“Hoy nos encontramos aquí, en este recinto solemne de la democracia mexicana, como testigos de un momento que marca un antes y un después en nuestra historia: la toma de protesta de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer Presidenta de México.
Su llegada a la Presidencia es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, quienes con valentía desafiamos los límites de nuestros tiempos. Hoy, junto con ella, llegamos todas y abrimos paso a una nueva era.
Yo misma, que he recorrido tantas batallas por la democracia y la justicia, me siento profundamente honrada de presenciar este triunfo histórico. En 1969, formé parte de la Corriente Democrática de izquierda en México, una lucha que, junto a muchas y muchos, iniciamos con la firme convicción de que el cambio verdadero era posible.
Hoy, esas convicciones han rendido fruto. No solo tenemos una Presidenta, sino que se vislumbra un presente donde las mujeres participemos en condiciones de igualdad en la construcción de futuros posibles y deseables para nuestra patria. Ser parte de esta transmisión histórica del Poder Ejecutivo y entregar la banda presidencial a la primera presidenta es uno de los mayores honores de mi vida.
Agradezco profundamente la confianza de mis compañeras y compañeros legisladores para desempeñar este acto simbólico, que representa no solo un punto de inflexión en la historia, sino también el triunfo de nuestros valores: igualdad, justicia y democracia.
Hoy, las mujeres, junto a los hombres, estamos listas para continuar construyendo el país que soñamos. El de un México libre e igualitario. Un país donde el liderazgo femenino dejará de ser la excepción, para convertirse en norma.
Desde esta soberanía, le decimos que no está sola. Que la lucha por la justicia y por la igualdad es de todas y de todos. Y que no descansaremos hasta lograr una democracia plena, donde no haya distinción de género, clase o condición. Que nuestras diferencias no nos dividan, sino que sean la fuente de propuestas y de soluciones compartidas a los distintos retos que enfrentamos.
Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.
Es tiempo de altura de miras. Es tiempo de construir nuevos horizontes y realidades. Es tiempo de mujeres. Sigamos dejando huella.