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En un imponente volumen de 368 páginas, El universo de Vayadares 1987-2020, la artista y editora Katherine Wong reunió en 2023 las imágenes que en más de 40 años de producción pictórica legó el artista visual Crispín Vayadares, fallecido en 2020. Esa recopilación póstuma de la obra del pintor recibió el 7 de noviembre de este 2024 el Premio Nacional de las Artes Gráficas, en el Poliforum Siqueiros de la Ciudad de México.
Presentado en 2023 en el marco de la exposición póstuma de Vayadares que se exhibió en el Museo de los Pintores Oaxaqueños, el libro llamó la atención por su impecable factura: una hazaña de diseño, registro de obra y acabado que conjuntó las habilidades del diseñador Javier Rosas Herrera, del fotógrafo Manuel Jiménez y del impresor Faustino García Díaz, así como el fino equipo técnico y humano de Productos Gráficos El Castor.
El volumen contiene textos críticos que en su momento escribieron especialistas para acompañar diferentes exposiciones de Crispín Vayadares: Miguel Ángel Vives Lorenzini, Blanca González Rosas, José Manuel Springer, Fernando Solana Olivares, Jorge Pech Casanova, Fernando Gálvez y la propia Katherine Wong, quien observa con sagacidad el arte en Oaxaca al tiempo que contribuye a él con sus propias creaciones.
Crispín Vayadares dedicó más de cuarenta años a la pintura, a diversas creaciones en las artes plásticas, no sólo en lienzos, sino en objetos como cajas de madera y utensilios tradicionales de cocina (sartenes, comales y ollas de peltre, detalla la crítica Blanca González Rosas, en uno de los textos incluidos en la publicación). Por ello, en 2008 la LX Legislatura de la Unión le confirió una medalla de oro en reconocimiento a su trayectoria y contribución artística a México.
El artista nació en San Miguel del Puerto, Pochutla, en 1962. Expuso su obra en México y el extranjero en más de un centenar de exposiciones en museos y galerías de alto nivel. En 1993 ganó el Premio del Jurado del Museo de Boca Ratón en Fort Lauderdale, Florida y ese mismo año se casó con la pintora Katherine Wong, compañera de toda su vida, quien firma sus propias obras como Peace KAT.
Vayadares tenía veinte años de edad cuando una araña viuda negra lo mordió en un dedo del pie. Como el joven no se trató entonces contra la ponzoña, ésta siguió afectando su sistema fisiológico hasta que en 2006 la toxina le había dañado irreparablemente un riñón, el páncreas y el hígado. A partir de ese año el artista tuvo que someterse a diez hospitalizaciones y ocho operaciones. Sin embargo, continuó pintando y disfrutando la vida con su esposa Kat y su hija Daniela, hasta que falleció el 6 de noviembre 2020.
Al perder al compañero de su vida, Katherine Wong tuvo que asumir la resistencia contra el olvido, no solamente de su esposo sino de mí misma. “Y de este profundo miedo de la inexistencia —relata— nació un esfuerzo de hacer memoria de su arte, su persona, de nuestro amor y vida que veo en cada una de sus pinturas”.
El ritual evocativo que la artista eligió fue la elaboración de un libro que resguardase las imágenes que Crispín Vayadares prodigó como pintor a lo largo de cuatro décadas. En Oaxaca es usual la edición de libros de artista como vehículo para promover lo que producen creadores vivos, confiados en que seguirán creando. Es inusual que se dedique un volumen a la obra de autores fallecidos, salvo que su prestigio e interés comercial respalde las ediciones, como en el caso de Rufino Tamayo, Rodolfo Morales o Francisco Toledo.
Para Katherine Wong, publicar un libro con la pintura de Vayadares se convirtió en su rito de duelo: “más que una forma de solamente decir ‘adiós’, es un acto de gratitud. Gracias, gracias, gracias. Gracias, Crispín, por tu humildad, tu humanidad, y tu arte, el mayor testamento de quien eras como artista y persona. Sobre todo, gracias por existir y haber sido parte de mi vida. La gratitud nos da patria y pertenencia, dando sentido a nuestra existencia. La gratitud nos hace recordar, rememorar y conmemorar”, escribió la artista en la presentación de aquel rito convertido en páginas llenas de color y calidez.
Un libro de calidad impecable
La imprenta y editorial Productos Gráficos El Castor, de Faustino García, se hizo cargo del complejo proceso para darle al libro una calidad como pocas veces se ve en Oaxaca: un acabado visualmente impecable, que resalta no sólo el color de la obra, sino sus cualidades táctiles, pues el pintor solía aglutinar el óleo de sus pinturas en densas pinceladas que le dan particularidad a sus piezas.
Un detalle difícil era lograr que las aplicaciones de hoja de oro y hoja de plata en las pinturas tuviesen su correspondiente resalte en las imágenes impresas. Fue un problema técnico al que se enfrentaron Katherine Wong como editora y Faustino García como impresor. La imprenta salió airosa del desafío y el resultado fue tan deslumbrante que el impresor se animó a presentar el producto de esa colaboración a la cuadragésimo cuarta emisión del Premio Nacional de las Artes Gráficas.
La noche del 7 de noviembre de este año, en el Poliforum Siqueiros, el libro El universo de Vayadares recibió el galardón al Mejor Catálogo de Arte del 44º Premio Nacional de las Artes Gráficas, que recibió el impresor Faustino García. Es una noticia importante para Oaxaca, pues una empresa local (ajena al ramo de las bebidas embriagantes y de los alimentos procesados) ha colocado su producción entre las mejores del país.
Este premio puede verse como el triunfo póstumo de un artista que fue insuficientemente valorado en vida, pero que la crítica Blanca González considera un “postmoderno oaxaqueño e internacional”, “con una propuesta original de efectos pictóricos de visualidad textil, que se convirtió en un fascinante entorno para compartir, a través de escenas y personajes, ese imaginario cotidiano que osciló entre la ficción y la realidad de sus deseos cumplidos”.
Como señala Katherine Wong, el volumen titulado El universo de Vayadares va más allá del registro de la obra dejada por un artista que no alcanzó a recibir merecido reconocimiento: “Este libro era necesario no sólo para puntuar la importancia del arte de Crispín Vayadares en el torrente del arte mexicano, sino también para permitirme cerrar un capítulo. Y a la vez mantenerlo abierto siempre. Les deseo que todos tengan su testigo de vida y su cómplice para dejar constancia de su paso”.
Crispín Vayadares pudo ver su obra reproducida y recomendada en catálogos de arte de pequeño formato y en revistas y periódicos prestigiados como Vogue, Casas y Gente, Arte al Día, La Jornada y El Financiero, gracias a que, como pintor, desarrolló una visualidad en la que “tejió el color con pinceles y espátula mediante la deconstrucción de los textiles tradicionales oaxaqueños. También creó su propio universo con una iconografía personalísima que incluía niños, enmascarados, novios y amantes, madonas, textiles istmeños, animales, y la cocina oaxaqueña, que navegaban entre lo figurativo y lo abstracto”, según refiere Katherine Wong.
El deseo de la viuda de mantener la memoria visual de su compañero artista generó un proyecto editorial que hubo de resolver problemas pocas veces planteados con seriedad en el ámbito editorial de Oaxaca: ¿cómo llevar a la impresión detalles pictóricos sutiles como el oro y la plata aplicados al lienzo? El resultado fue de tal calidad y belleza que mereció un premio nacional. No muchas ocasiones para celebrar hay en Oaxaca, tierra que ve enturbiadas sus festejos por sucesos violentos, trágicos o simplemente absurdos.
Para la editora e impulsora de la edición premiada, es un motivo de alborozo, y vale la pena encomiar su esfuerzo, que integró los de excelentes profesionales: “Me quedo satisfecha porque este libro es un vehículo de la memoria para que la bella obra y el efecto textil que desarrolló Crispín Vayadares, perduren. Y me regocijo porque el fuego que alumbra mi corazón encendió otros corazones, resultando en que la pasión, excelencia y compromiso de cada uno de los colaboradores imbuidos en el libro hizo que ganara el Premio Nacional de Artes Gráficas como el mejor catálogo de arte impreso en 2023. No puedo estar sino agradecida con Dios, la vida y los amigos”.