Compartir
Fotografía: Rocío Flores
Por Enrique Arnaud
Enna Osorio es una poeta mexicana. Recientemente publicó su primer libro La edad terrible, editado en México por la Universidad de Sinaloa y en Argentina por Ediciones Hasta Trilce.
Enna vive en la ciudad de Oaxaca, en donde es una figura infaltable en la escena cultural. Alegre y amable, siempre con una sonrisa, enfrenta todas las adversidades que una mujer tiene que sortear en un tiempo y en una geografía en la que la salud mental no es un ideal. Se trata de un personaje que está en el constante camino de cambiar su destino. Con la publicación de su libro, los frutos de sus esfuerzos se han reflejado en su vida. A pesar de no ser ya una millonaria, ha podido cumplir el sueño de llevar sus letras más allá de nuestras fronteras y poder cantar té para tres ante la tumba de Gustavo Cerati.
¿Quién es Enna Osorio ante la poesía, y ante sí misma? ¿Ya sabías todo sobre Enna o en la escritura fuiste descubriendo más cosas?
Yo creo que por eso me tarde muchísimo. El libro parte de una etapa en donde estoy en crisis. En donde todas mis referencias, mis valores, mi ética, y todo lo que creía se destruyó. Todo se me derrumbó en un lapso de tres años.
Estaba estudiando la carrera, tenía planeado irme a la Universidad de Salamanca para estudiar creación literaria ¿pero qué pasó? Salí embarazadísima. Y ya no me fui. Ahí fue un primer choque, porque es un amor muy grande el que tengo por mi hijo, pero también en mi desarrollo personal hay una gran frustración. Siento que me corté las alas. Nadie me obligó. Yo estaba enamorada, y amo a mi hijo con todo mi corazón. Pero la literatura también es mi vida. Pasadito un tiempo a mi madre le diagnostican esclerosis múltiple. Mi hijo nace con paro cardíaco, y paro respiratorio. Pesando 1.50 kilos. Tengo que dejar la universidad. Tenía 21 años. Fue muy duro sacar adelante a un niño enfermo. Y mi madre con esclerosis.
Yo me casé con un hombre guapo, divertido pero que cuando ya sintió la responsabilidad de que tenía que ponerse las pilas, pues no se las puso. Y lo que hizo fue beber demasiado y andar de fiesta en fiesta. Yo empecé a sentir un vacío muy grande, empecé a sentir que nada tenía sentido. Quería quemar todas mis cajas de libros. Sentía que mi vida había terminado. Nada tenía sentido.
Siempre había querido ser escritora. Desde los trece años yo dije “voy a ser escritora”. Y de pronto mi vida era ver cómo se terminaba el mundo. Luego descubrimos que mi papá tenía una relación de más de catorce años con una amante. Eso fue un golpe para mi. Porque mi padre era mi héroe, y muchos de mis valores familiares y seguridades venían de enseñanzas de mi padre. A mi se me cayó el piso. Al ratito me divorcio. Y todo esto mezclado me hace entrar en una depresión horrible. Una depresión es el infierno, no es un juego , no es una tristeza. Es el infierno. Fue una depresión que duró más de siete años. Tuve un primer internamiento en una clínica. En Puebla. Después aquí en Oaxaca, en San Dionisio. Y el más reciente fue en 2017. Otra vez en San Dionisio. Se me disparó algo que se llama trastorno límite de la personalidad. Soy TLP. Borderline. Con todo lo que eso implica. Grave, no. Soy una persona funcional. Gracias a la lectura tengo una capacidad de comprensión amplia y puedo entender qué es lo que me pasa. No me cierro. Entonces puedo ejercer un autocuidado , o no.
En fin. Todos estos eventos provocaron un cisma. Y me quedo sin saber, ni de dónde vengo, ni quien soy, ni a dónde voy, ni qué sentido tiene mi vida. Y que de todo lo que se fundamenta es verdad y que es mentira. Con que me voy a quedar y con que no. Con que realmente cuento y con que no.
Entonces entro en una crisis de identidad y de sentido existencial. Y de ahí vienen las preguntas para escribir este libro de poemas La edad terrible.
Parto de la infancia. Y luego viene la parte de las mujeres. Es una búsqueda de una identidad. Y en lo que termino es en decir, “bueno soy escritora y tengo el poder de la palabra”. Soy rebelde pero no me quedo como las mujeres de mi familia materna, que gritan y luego vuelven a lo mismo. Ser engañadas por un dado falso. Con un esposo y varios hijos. No, lo que hago con la rebeldía es darle forma en la palabra. Uso ese poder que me reivindica. Porque siento que sana la niña. La niña rota; esa niña no escuchada, esa niña muchas veces tildada de loca, de inmadura, de berrinchuda, de manipuladora. Pero que sus sentimientos eran auténticos.
La edad terrible es tu primer libro que sale a la luz. Lo publicó la universidad de Sinaloa, y ahora esta nueva edición proviene de la ciudad de Buenos Aires ¿Por qué no Oaxaca? ¿Por qué no la Ciudad de México?
Yo quería un libro que llegara lo más lejos posible. Tenía muchas ganas, y aun las tengo, de que lo que yo escriba llegue a más personas. Las más personas posibles. Escribo por muchos motivos, pero uno de ellos es para hacer justicia. Muchas veces por venganza. Sucede que hay muchas cosas que no puedo decir en mi vida cotidiana, y tengo que callar. Yo guardo muchos silencios. Estos silencios me son impuestos para no incomodar, porque otros tienen poder sobre mí. Entonces me callo. Pero hay situación que quiero decir. Es una manera de lograr ese reconocimiento a lo que he vivido, a lo que he visto, o lo que he pensado, o con lo que no he estado de acuerdo. No todo es autoficción. Lo que quiero es llegar a más persona para lograr esa justicia. Es una reivindicación a esos silencios.
Tomé la decisión de que fuera una editorial ya establecida. Dije “qué tal que puedo entrar por una puerta más grande”, y ahí está mi ambición. Estuve buscando oportunidades. Me esperé un tiempo, que fue insufrible, porque yo veía que otras personas sacaban sus libros. Pero yo decía,“tranquila chava tu libro viene muy bien , va a salir y va a levantar el polvo que tu quieres que se levante”. La vida y la autonomía que ha cobrado este libro me viene sorprendiendo.
Es un libro de búsqueda de identidad. Muy fuerte. Es un libro que incomoda. Es un libro en el que se hace una crítica a las violencias pasivas que se dan de manera muy frecuente en la típica familia burguesa.
¿Percibes un sentimiento romántico en la actitud de escribir poesía?
¿Vivir en una ciudad como Oaxaca aporta un toque romántico a la creación artística? ¿Cómo ves el sentimiento romántico de una ciudad pequeña como Oaxaca ante la aspiración contemporánea de una ciudad capital como Buenos Aires?
Yo digo, “mi aspiración es literaria”, y no por eso soy romántica. Soy realista. Mi ambición es normal y además es saludable, porque quiero crecimiento. Y hoy sé para donde va. No estoy diciendo que ambiciono fama. Estoy diciendo “ambiciono saber que quiero, a donde voy con mi literatura”. No creo que una ambición sea negativa o romántica.
No creo que en Oaxaca haya una aspiración romántica. Ni que La edad terrible tenga que ver con el romanticismo. Ni como corriente literaria ni como una ambición. No le toca, es un libro muy duro. La ambición es saludable. Mi ambición es realista. No romántica. Me gusta la nostalgia. Eso sentí en Buenos Aires cuando visite los lugares emblemáticos para los escritores. No sentí romanticismo. Me gusta lo turístico. Fui a lugares muy turísticos. No soy de una ciudad pequeña. Nací en la Ciudad de México. Es un monstruo de ciudad. A veces te devora, a veces te escupe. Eso es parte de mi identidad. Las ciudades son lugares poéticos y de juego. Mi lugar poético, mi geografía es el armario, los cajones de una cómoda. Un baúl de los recuerdos, una cajita, un álbum fotográfico. Ese es el espacio, y ahí hay mucho mar, pero no hay una ciudad en sí. La única a la que se hace una referencia es la Ciudad de México. No hay Oaxaca. Mi infancia la viví en Cuautla, Morelos. Vivía trepada en los árboles. Y con mucha frecuencia viajando a la Ciudad De México con mis primos y primas. Fui girl scout. Me la pasé en los ríos, en los balnearios. Yo más bien pienso que cuando una persona lee mi libro, se apropia del espacio y lo coloca en su lugar. Porque lo que cuento son ficciones que le ocurren a las personas, y la vida nos ocurre a todos.
Ahora tienes un libro que se escribió en Oaxaca, se imprimió y se promovió en Sinaloa, y se está leyendo en Buenos Aires. Ese es el poder de las letras. El libro está tomando vida, y está encontrando su propio camino para existir. Ya no está en mis manos. Y eso es riquísimo, es bellísimo.
Pienso que el vivir en un lugar como Oaxaca, que es pequeño no te limita para que tu mente pueda comprender lo que sucede en otros espacios más pequeños o más grandes. Cuando estudias y abres tu mente no tienes límites para la empatía y la comprensión de expresiones artísticas.
Acabo de estar en Tokio. No platiqué con los poetas como si lo pude hacer en Buenos Aires, pero conviví con un monje budista. En Nueva York estuve con gente de Nueva York. En ciertos momentos yo sentí que Buenos Aires era como andar en la Ciudad de México.
Creo que la ciudad de México no mira a la provincia, y la provincia mira demasiado a la Ciudad de México.
El banquete de la cultura sigue ocurriendo en las capitales.
México mira más al imperio. Y Buenos Aires es un puerto. Tienen muchas cosas en común, pero no son iguales. Argentina no tiene el mismo pasado prehispánico. Ellos no tienen ruinas. La presencia de los pueblos originarios allá es diferente. En Argentina la llegada de los italianos, los alemanes, suizos, y el pueblo judío le da otra riqueza a su identidad.
Mi libro tuvo comentarios buenos. La gente allá sí lee, y su lectura es activa. Es una lectura de reflexión, análisis y crítica. Es gente a la que le gusta informarse para emitir opiniones. Siento que hay un mayor índice de lectores allá que acá. Aunque tengan crisis económicas y políticas. No dejan de escribir ni de leer. Acá tampoco se deja, no obstante si hay menos gente que lo hace. Allá aunque el libro esté caro, si lo quieren, prefieren un libro a otras cosas. Eso realmente se agradece.
Vamos a hacer un juego. Imaginemos que tienes una editorial y que tienes que invertir en poetas. Qué prefieres. ¿Poetas con adicciones y patologías? o ¿poetas en la política?
Pienso que los artistas tienen muy mala fama por que se piensa que eres creador de bar. Pero la verdad es que para poder escribir y crear tienes que estudiar. Tienes que prepararte, tienes que conocer el mundo. Tiene que estar empapándome de lecturas. Música. Conocimiento. Reflexión. Es un proceso intelectual. La emoción en sí misma no es la obra de arte, tiene que pasar por todo un proceso para que generes una obra de arte. Y ahí entra la inteligencia, la razón y el oficio. Esto es algo de oficio. Hay que estar “ensayo y error, ensayo y error”. Aprendiendo. Así es como maduras la palabra. Así es como maduras la idea. Y cuando no lo estás haciendo es porque te ganó el vicio, porque te ganó la diversión. La vida fácil o la fama. Yo no creo que la política esté peleada con el quehacer literario o el quehacer artístico. Sólo que hay que ver como se le hace para que no te gane. Tampoco creo que por que seas una persona que fume y beba no puedas crear. Sólo estoy diciendo que cuando ya no lo estas haciendo y ya vas a una lectura sólo a beber. Ya no eres funcional.
Por último ¿Fuiste a visitar la tumba de Maradona?
No pude. Pero si fui a ver a Gustavo Cerati. Le canté té para tres.