Compartir
Jaltepec, Nochixtlán.—Una historia portentosa y vigente dio vida al museo comunitario Añuti de 6 Mono de esta población.
Es fantástica, pero real, la historia de la princesa mixteca 6 Mono –primero “Blusa de Serpiente” y después “Blusa de Guerra”– o Nana Luisa, quizá la primera mujer gobernante de América.
Hoy prototipo y símbolo de la mujer por su “mentalidad distinta incluso a la de la actual, otrora personaje único que accedió al poder en tiempos y dominios territoriales absolutos de hombres, en todo caso, representa a “una de las mujeres más notables de la historia indígena”, según investigadores como Maarten Jansen.
Por tradición oral, relata Manuel Miguel Robles, uno de los fundadores del museo, “nuestros abuelitos nos han contado esta leyenda de la reina de Añuti o Añute”, hoy Jaltepec o “Cerro de jade y oro”, de acuerdo con interpretación de Alfonso Caso.
La de una mujer muy bella que para casarse puso a prueba a tres reyes, quienes debían lanzar desde el cerro del Chocolate o de las Apuestas, ubicado en Jaltepetongo, hasta el de Añuti, dominio de 6 Mono, una ofrenda: el de Teozacoalco –pueblo de mezcal excelso—aventó agua, pero sólo llegó a Yutecó, en la comunidad de El Venado, donde existe un gran afluente; mientras que el de Mitlatongo lanzó ocote, el cual cayó en El Tambor, en el rancho La Unión, único sitio de Jaltepec en que hay pinos. El de Tilantongo, cuna de la cultura mixteca, lanzaría jade, pero en vez de la piedra utilizó un pájaro y éste llegó volando al cerro Añuti. Fue el elegido.
Códices mixtecos como el Selden dan cuenta de una historia mucho más rica y compleja del personaje. En principio, según lectura de Manuel Miguel Robles, contra la idea común, la princesa 6 Mono fue coterránea de Ocañaña o “20 Coyote”, alguna vez rey de Tilantongo, y del famoso 8 Venado, “Garra de Tigre”, el gran conquistador y primer gobernante de las mixtecas alta, baja y de la costa: la primera nació en el año 1073, el segundo en 1075 y el tercero en 1063.
La princesa 6 Mono fue el quinto alumbramiento de la señora 9 Viento, de Suchixtlán, y del señor 8 Viento, de Tilantongo, ambos gobernantes de Añuti.
Los tres primeros hijos de la pareja fueron sacrificados por el rey de Mitlatongo y una cuarta hija fue enviada a Tilantongo sin que se supiese más de ella, así que a 6 Mono le correspondía heredar el trono de Añuti, por lo que creció bajo la tutela del mejor maestro de la época, el señor 10 Lagartija, “Hacha de Jade”, quien la educó en dos rubros: artes y cultura y el arte de la guerra, por lo cual desarrolló una formación y mentalidad excepcional.
Ya en el poder, por consejo de la “Sacerdotisa de la Muerte”, misma que podría ser no una anciana sabia, sino su propia conciencia, retó a duelo al rey de Mitlatongo, que había sacrificado a sus hermanos: lo superó en conocimientos de cultura y también en la prueba del arte de la guerra, que consistió en someter a los pueblos que disputaban Monte Albán. La princesa mixteca no sólo lo venció, sino que rescató a su rival, quien había sido hecho prisionero por aquéllos, y lo sacrificó; tal conquista le valió ser reconocida desde entonces ya no como “Blusa de Serpiente”, sino como “Blusa de Guerra”. Luego sometió también a otros señoríos menores, a grado tal de extender Jaltepec hasta los Valles Centrales. Y enfermó de poder.
Ambicionaba el reino de Tilantongo, el más poderoso de la región, gobernado por 11 Viento y cuya herencia del trono peleaban Ocoñaña y 8 Venado.
El amor de su vida de 6 Mono era 8 Venado, pero según oráculo éste nunca accedería al poder, así que la princesa mixteca le pidió “pelear guerras por ella”, con la idea de que se hiciese de un reino y entonces se pudieran casar, y el gran conquistador partió a Tututepec, en la costa oaxaqueña, donde erigiría un dominio propio.
Pero el plan de 6 Mono era otro. Finalmente optó por casarse con el viejo 11 Viento, a quien pidió relegara a Ocoñaña, y tuvieron un hijo: 4 Viento, el heredero del trono. Por ese tiempo regresó 8 Venado, descubrió el ardid y convenció al pueblo de Tilantongo para que presionara a 11 Viento a fin de que traicionara a 6 Mono.
Llevaron a 4 Viento a Monte Albán y la princesa mixteca fue a su rescate con la idea de que lo habían secuestrado sus antiguos enemigos; cuando estuvo ahí, tarde descubrió la trampa.
Le dieron a elegir entre la vida de su hijo y la de ella, además de exigirle un tributo: historiadores como Manuel Martínez Gracida postulan que quizá sea el tesoro de la Tumba 7 de Monte Albán encontrado por Alfonso Caso en 1932, expuesto una parte en el ex convento de Santo Domingo, en la capital de Oaxaca, y otra en el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.

Ella pidió ser enterrada en el cerro Añuti: murió en el año 1101, a los 28 años de edad, y comenzó su leyenda en Jaltepec, pueblo que convirtió a su reina en divinidad.
Jaltepec se encuentra a 20 minutos en automóvil de Nochixtlán, pueblo de paso y comercio ubicado a 75 kilómetros de la capital del estado, sobre la carretera México-Oaxaca. Lomas bajas y pelonas rodean a la población, al frente se yergue el cerro Añuti o El Mogote, el de 6 Mono o Nana Luisa, y en el centro, en el portal, el museo comunitario de la princesa mixteca.
Registrado ya por la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca, el espacio se gestó por la inquietud de Manuel Miguel Robles, joven normalista e historiador a quien se sumaron Nereida Rojas Garzón, Juan Miguel Zúñiga, Manuel Bolaños Martínez, Naú Trinidad e Hipólito López Miguel.
Nació con una exposición de fotografías antiguas de la comunidad y algunas piezas arqueológicas montada el 22 de julio de 2004, día de la fiesta patronal de Santa María Magdalena Jaltepec, y formalmente fue inaugurado el 27 de noviembre del mismo año, fecha en que lo bautizaron como Museo Comunitario Añuti de 6 Mono: “El maravilloso mundo de Nana Luisa”.
La leyenda cuenta que, de vez en vez, ya en su calidad de diosa, 6 Mono o Nana Luisa –en su versión españolizada—aparece en la cúspide del cerro Añuti, conocido también como El Mogote, exponiendo, al igual que en vida, sus pectorales de oro al sol: “La he visto con mis propios ojos”, jura el señor Miguel López, quien recoge leña en el monte.
Y la profecía de la princesa reza: “Llegará el día en que la mujer mixteca no agachará la cabeza, será más importante que el mismo sol y más valiosa que el oro. Entonces mi nombre se escuchará por todo el mundo y haré que mi pueblo despierte de su encanto para hacer de él lo que siempre soñé”.
En tiempo reciente, expone Manuel Miguel Robles, a nivel nacional e internacional se retoma “la ideología de la mujer mixteca a través de 6 Mono”, han publicado libros sobre ella, como “La dinastía de Añute / Historia, literatura e ideología de un reino mixteco”, de Maarten Jansen y Gabina Pérez Jiménez, y “Las mujeres y sus diosas en los códices prehispánicos”, de Cecilia Rossell y María de los Ángeles Ojeda Díaz, y fue creado el museo comunitario que lleva su nombre. Como quien dice, se cumple la profecía de una diosa mixteca vigente en el siglo XXI.
El presente texto fue publicado originalmente el 6 de julio de 2007 en la sección cultural del periódico El Financiero.