Arturo Rojas
Escojo esta frase, que abanderaba una mujer en su cartulina durante la semana pasada den una marcha que partió del Ángel de la Independencia en la ciudad de México con destino al Zócalo capitalino, para externar mi sentir ante gran porcentaje de la población mexicana que asiste impasible al rosario de acontecimientos que han desencadenado el momento de mayor inestabilidad del actual gobierno federal.
125 millones de mexicanas y mexicanos asistimos a la apertura de una inmensa caja de pandora llamada Gobierno, cuya descomposición define, y ha definido históricamente, al sistema político mexicano, en todos sus niveles. Pero que solo cada cierto tiempo es expuesta, cuando los medios públicos de comunicación acompañados siempre de una apatía circulante lo permiten, en su fiera e inhumana dimensión.
Un Gobierno evidenciado por una tragedia tan descabellada, digna de un país surrealista como inexplicable, como horrorosa por su origen: la desaparición forzada, violenta y disfrazada, de 43 estudiantes normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero; así como el asesinato de otros tres estudiantes y tres civiles, la noche del 25 de septiembre en las calles de Iguala, Guerrero.
Negar lo que sucede, esquivar esta afrenta a la ciudadanía y no formar parte del sector crítico de la sociedad que activamente ha desatado una amalgama de protestas cohesionadas en torno a la tragedia nacional más reciente (ahora ni nunca cabe reducir alguna de la anteriores), es evadirse de la realidad; fingir que todo sigue igual o como cuando nada sucede: dejar pasar.
En momentos en que lo único cierto es la descomposición y pudrición de las estructuras del poder político que conforman este país devastado por la ignominia, el horror y la vergüenza nacional.
Esa reducida, pero poderosísima, amalgama de empresarios, narco empresarios, políticos y narco políticos, delincuentes y conexos: todos miembros de la misma cepa, metidos en el mismo costal.
Porque han sido ellos quienes mediante una desgracia civil, han quedado evidenciados en su corrupción y servil confinamiento de impunidad rampante, prepotencia, arrogancia, cinismo, oportunismo e indiferencia ante lo visible y colérico de la situación.
Exponiendo una decrepitud ya por décadas arrastrada, e impulsada con infamia y traición tras sus bastidores políticos.
Es necesario a estas alturas de la semana, y luego de los acontecimientos que el miércoles dieron la vuelta al mundo en imágenes, testimonios y reportajes, dar un marco de referencia de la conducción que la tragedia de Ayotzinapa ha tomado:
En primer término, la tarde del mismo miércoles el procurador general de la República (fiscal federal), apuntó al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, como los autores intelectuales de la desaparición de los 43 estudiantes.
Señalando que ambos trabajaban directamente con el grupo Guerreros Unidos y que la mujer era la ´principal operadora´ de la organización criminal en Iguala.
Y como en política la forma es fondo, la lectura propia del acto redunda en un deslinde político de la estructura legal que él, Karam, preside, y que tuvo su continuidad con la renuncia, el día jueves, del hasta entonces titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia organizada (SEIDO), Rodrigo Archundia Barrientos. Acto seguido Manuel Mondragón y Kalb, fue reciclado y reincorporado al gobierno en turno que preside Peña Nieto, si bien ahora como titular de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic).
Solo minutos después, Ángel Aguirre Rivero, el aún gobernador del estado de Guerrero, negoció su salida del ejecutivo estatal con su partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), en la que se negó a aceptar como suplente al titular de desarrollo social, Socorro Sofío Ramírez Hernández, y propuso en cambio a la secretaria de Desarrollo Social de la entidad, Beatriz Mojica Morga, quien ha coqueteado con la corriente de Los Chuchos y con quienes, rumores vastos, ya negociaba abanderar su candidatura para las elecciones estatales de 2015.
La solicitud expresa para que Aguirre Rivero dejara la gubernatura después de la demanda social, del Gobierno federal y de la Cámara de Senadores, la hizo el pasado jueves el presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete Ruiz, en una conferencia de prensa en la que estuvo acompañado por senadores y diputados federales del sol azteca, informó el diario La Jornada en su portal de internet.
Ese sol azteca, frankenstein político que eludía ejecutar la petición unánime de los familiares de los desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa: la inmediata renuncia de Aguirre Rivero, ahora procedería a valorar y, en su caso, aceptar la solicitud de licencia de Aguirre.
Con este fondo, y con imágenes de las marchas acaparando las portadas de los diarios nacionales e internacionales, se puede delimitar un actuar estratégico conducido e inducido desde la Presidencia de la República: dar solución, lo antes posible, a la mala gestión con que se condujo el tema desde sus inicios y que hasta ahora ha llevado a un serio desgaste de la imagen internacional que en el exterior, millones de dólares ex profeso, había proyectado el titular del ejecutivo federal.
Partiré de aquí para retomar la frase del inicio y agregar: el Estado es el responsable de la actual crisis y devela la crisis misma en la que está sumergida quienes lo conforman y estructuran. Sustentaré mis argumentos en ciertas declaraciones que a lo largo de la semana han circulado como pólvora por las redes y medios digitales.
Durante una entrevista con Carmen Aristegui, el presidente de la República Oriental del Uruguay, José Mujica, expuso que, en el contexto del republicanismo como forma de gobierno, “es necesario fortalecer la vida partidaria. Los partidos son débiles, los partidos no custodian a su gente, no educan a su gente, no forman a su gente.”
Quizá ese partidismo al que alude Mujica, quedó de manifiesto exponencialmente en estas últimas semanas, y visibilizó su decrepitud e indolencia ante la posición tomada por los partidos políticos, en especial el PRD, en el Caso Ayotzinapa.
“El sistema político está en crisis,” expuso el columnista del diario La Jornada, Julio Hernández, durante un programa de televisión argentino, donde abordaron el tema de la masacre de Ayotzinapa en México.
“Lo están las formas de representación políticas, los partidos, los candidatos. Las elecciones están muy desacreditadas y en una situación de desgaste absoluto; narco política y narco estado mexicano” imperan.
Por su parte, el periodista Fernando Buen Abad, agregó que “esta realidad (en México) es el proceso de un estado fallido en el que no hay garantía por la democracia, por la justicia y por la seguridad.”
Y destacó, durante la misma transmisión, que el proceso actual es una muestra de la infiltración norteamericana en los segmentos de seguridad y de la delincuencia organizada, evidenciados como una misma estructura en nuestro país: “la CIA y la DEA son los verdaderos dueños del narco y el crimen,” sentenció.
Por su parte, la periodista argentina Stella Calloni, corresponsal del diario La Jornada en Argentina, aseguró que la puesta en marcha de la Iniciativa Mérida (acuerdo de seguridad concertado entre México y Estados Unidos durante los gobiernos panistas) fue el detonante de la violencia y que funge como un arma de doble filo al propiciar mayor inseguridad, violencia y desestabilización redundando en beneficios económicos e intervencionistas por parte del vecino del Norte.
Y tiró una pregunta al aire: ¿Por qué México entró en 2006 a tener un ejército bajo el esquema de la Seguridad Nacional que fue lo que causó todas las dictaduras en el continente; el ejército, la marina, la aeronáutica, los cuerpos policiales. Todos intervinieron y se armó un enemigo interno?
Y dictó: “El escenario de guerra que se configuró con la puesta del ejército en las calles con el pretexto de atacar el narcotráfico no es más que la forma de militarizar el país, porque la hipótesis de guerra es atacar al pueblo.”
En este marco de violencia y sangría nacional Calloni anexa datos duros: “en México van 136 mil muertos y desaparecidos de 2006 a 2012. En 14 meses de gobierno de Peña Nieto suman 23 mil 640 muertos, más entre 20 y 30 mil migrantes (que transitan por México) muertos o desaparecidos, un total de 1700 muertes por mes.”
Y la cifra va en aumento, ya se han encontrado 20 fosas comunes tan solo en los alrededores de Iguala y el día viernes 24 se informó del hallazgo de 9 fosas más, y hasta ahora no descartan que alguno de los cuerpos calcinados hallados en el interior de estas, corresponda a alguno de los estudiantes desaparecidos.
Buen Abad confió que un levantamiento civil es “en realidad el gran temor del establishment del Gobierno y el propio Secretario de Estado de Estados Unidos. La hipótesis de guerra es: que ese pueblo (el mexicano) tiene instinto revolucionario y hay un caldo de cultivo, es un gas que corre por debajo de la tierra, en cualquier momento va a levantarse; México está en la zona de seguridad de EUA respecto a los hidrocarburos y los mares.”
Aunado a lo anterior agregó que el problema del crimen organizado, el denso y vasto fantasma que no solo recorre los territorios circundantes a Iguala, sino llega hasta los estratos más altos del poder político mexicano, involucra a cuatro grandes industrias en nuestro país: la industria del tráfico de drogas, el tráfico de armas, el tráfico de personas y el tráfico de órganos. “Una vez que se controlan las vías de tránsito se puede movilizar y transportar cualquier cosa.”
Y es Iguala un punto estratégico y neurálgico a la hora de producir y distribuir narcóticos. Héctor de Mauleón en su columna del diario El Universal, publicó el día jueves 23 lo siguiente: “El presidente Barack Obama envió una notificación al Congreso estadunidense en el que se declaraba ´particularmente preocupado´ por los altos índices de cultivo de amapola en México. En ese documento, fechado el 16 de septiembre de 2004, Obama definió a nuestro país como el ´principal proveedor de derivados de opio de Estados Unidos´ y sostuvo que en solo cuatro años el decomiso de heroína en la frontera con México habían aumentado un 324 %.”
Enseguida añade: “La adormilera (amapola) crece en lugares desérticos, en donde el aire es seco. De ese modo son los alrededores de Iguala. Se afirma que en aquella zona los sembradores llegan a obtener dos cosechas por año. No existen estadísticas sobre la producción, tampoco sobre el precio de la goma de opio en México; la anécdota indica, sin embargo, que al comenzar su camino, el precio de la mexican black tar es de 300 dólares el kilo. De acuerdo con una estimación del Departamento de Estado, en 2009 la cosecha total de los productores mexicanos tuvo ´un valor potencial´ de unos 17 mil millones de dólares.”
Finalmente De Mauleón dictamina; “¿Cuánto vale Iguala? Los normalistas de Ayotzinapa son víctimas de todas las cosas que por estos días nos han sido reveladas. Pero son víctimas también de la Guerra de la Amapola. De esa Guerra no nos habla aún el Gobierno.”
El martes 21 intelectuales y académicos procedentes de alrededor de 500 universidades de 60 países enviaron una “Carta Abierta desde el Extranjero #AyotzinapaSomosTodos” a las embajadas y consulados de México en el mundo en la cual critican la ineptitud y negligencia con que avanzan las investigaciones en torno al asesinato y desaparición de normalistas.
En ella externan que los hechos ocurridos en Iguala el 26 de septiembre “son una de sus manifestaciones más execrables en la historia del país.”
Y afirman que si lo ocurrido es de por sí aterrador, la actitud general de los órganos de gobierno, apuntan, es una afrenta al sentido de humanidad y a la inteligencia de quienes observamos en la distancia: “la realidad que México ha mostrado al mundo es decepcionante.”
“El caso de Iguala, sumado a muchos otros sucesos en los últimos meses, ha dejado claro que no se puede hablar ya de criminales comunes sino de la criminalidad de representantes del gobierno local como estatal y federal, que por acción u omisión permitieron que esto ocurriera,” asentaron.
Para Paco Ignacio Taibo II la situación por la que transcurre México en esto momentos, desbordada por la masacre de Ayotzinapa representa la ofensiva neoliberal más brutal que se ha conocido. Una ofensiva que destruye derechos civiles, derechos agrarios, y derechos laborales.
En este contexto remarcó un fuerte aumento brutal de una actitud autoritaria y represiva del gobierno y los gobiernos locales, aunado a la ´delirante´ Guerra contra el Narco que inició el gobierno de Calderón.
Taibo deja sobre la papeleta una de las máximas incógnitas para la sociedad mexicana crispada y enfurecida por esta serie de sucesos trágicos: ¿cómo encontrar una manera de unificar a la disidencia inmensa que se ha creado en el país y darle un solo cauce u objetivo?
En la columna Tribuna, del diario español El País, Guillermo Trejo aseguraba el pasado día 12 que la masacre de estudiantes de Ayotzinapa fue una acción estratégica y premeditada para sembrar el terror y doblegar a los grupos de la sociedad civil que en Iguala y en municipios aledaños participaban en distintos procesos de articulación social- incluyendo policías comunitarias- para hacerle frente a las extorsiones, secuestros y asesinatos por parte del crimen organizado y de las autoridades públicas a su servicio.
“La masacre fue un acto de reconstitución del poder local; una acción barbárica mediante la cual el grupo criminal Guerreros Unidos quiso dejarle en claro a los movimientos sociales de la región quién era el mandamás,” asegura Trejo.
Y agrega: Estos intentos despóticos de reconstituir el poder local mediante la violencia barbárica son posibles por la protección informal que los grupos del crimen organizado han venido tejiendo y retejiendo por décadas en las procuradurías estatales, en las policías ministeriales, en los ministerios públicos, en las prisiones y en las delegaciones estatales de la Procuraduría General de la República.
“Estos actos brutales de reconstitución del poder local en Guerrero son posibles, también, por la larga historia de impunidad de la que han gozado los gobernantes del estado desde los años dorados del autoritarismo priista hasta nuestros días. La brutalidad de la guerra sucia de los gobiernos del PRI en contra de grupos guerrilleros y estudiantiles disidentes de los años setentas alcanzó en el caso específico de Guerrero niveles equiparables a las guerras sucias de Chile y Argentina,” enfila el autor.
Por su parte John M. Ackerman, columnista de la revista Proceso, publicó ayer en el prestigioso diario alemán Süddeutsche Zeitug, que la situación caótica que impera en estos momentos en México no solo se debe a una simple ausencia del estado ya que “ha habido un fuerte repunte en presos políticos, control sobre los medios de comunicación y represión de las protestas sociales desde el comienzo de la administración de Peña Nieto.”
Y recalcó que dado que el PRI gobernó con puño de hierro México entre 1929 y 2000, mientras que en el estado de México (gobernado por Peña Nieto de 2005 a 2011) lo ha hecho de forma ininterrumpida desde hace 85 años; “ni Peña Nieto ni su partido tienen experiencia alguna con las políticas democráticas.”
Para concluir retomaré las palabras de Alberto Escorcia, estudiante de diseño gráfico y egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y director y fundador de la página YoSoyRed, destinada a fungir como espacio para localizar o informar sobre desparecidos en México:
“Cuando haya más madurez política en el país, se trascenderá a los partidos, habrá un proceso de paz como en El Salvador o en España. El Estado, a nombre de todos los gobiernos, ofrecerá una disculpa. El país desterrará las fosas y tendrá que revivir lo que ocurrió en este momento.”
Así es la magnitud del problema, de ese tamaño es la esperanza que este joven enarbola, y así de utópico el sueño que hoy dista en el horizonte mexicano. Un horizonte que solo se comenzará a vislumbrar en el momento en que se reconozca el problema, en que se deje de evadir la realidad y se planten los pies en tierra, destinados estos a emprender el camino de la verdad, y por supuesto, de la justicia.