Ernesto Reyes

Vaya que le costará al partido en el poder, Morena, internalizar entre sus seguidores candidaturas “especiales” de quienes no son militantes como la de Alejandro Murat y otras personas con sospechas de deshonestidad, cuyas designaciones contradicen la idea, reiterada por el fundador del movimiento, de que la política se hizo para servir y no para servirse de ella. Los ambiciosos vulgares, que tanto critica Obrador.

El orgullo del nepotismo de José Murat, de los más voraces exmandatarios padecidos en Oaxaca, aparece como candidato a senador plurinominal por el partido del gobernador Salomón Jara y de Andrés Manuel López Obrador. Lideresas feministas acreditan al “cachorro” haber hecho muy poco durante su sexenio para impedir que se registraran 717 feminicidios, así como mil 994 mujeres víctimas de desaparición. Además de raterías y obras inconclusas, cuyos autores ya consiguieron impunidad. Lástima que las denunciantes sean apartidistas aunque no apolíticas, porque en morena callan como momias.

Murat, quien aduciendo una alianza con el partido guinda de políticos sospechosos de saqueos como Eruviel Ávila, debería estar sujeto a alguna investigación por parte de Salomón Jara y no respaldando el Plan C de Claudia Sheinbaum. Otra figura de reciente “militancia” es Mariana Benítez.

Ejemplo insultante es Alejandro Avilés, ex candidato del PRI a gobernador y expresidente estatal, acomodado hoy en el Verde como aspirante a legislador federal, al igual que falsos ecologistas que ahora van por fortalecer al partido que, lo mismo se alía con el represor Ulises Ruiz, que usa como discurso al medio ambiente natural.

Lo más reprobable es que además de las decisiones tomadas por Mario Delgado, a nivel de quienes mandan en el estado y en el partido, se articulan mecanismos para cerrarle el paso a personajes repetidores como Benjamín Robles, del PT, quien ya encontró el “talón de Aquiles” de Antonino Morales, cuya trayectoria contrasta con la probada militancia de Luisa Cortés García. Ella hace campaña dando vigencia al dicho de que es mejor sola que mal acompañada.

Lo más grave es que, sin respetar la dignidad de quienes hicieron grandes sacrificios para consolidar la lucha de Andrés Manuel, Oaxaca está sirviendo de laboratorio para trasvasarle votos al Verde – en Oaxaca de Juárez, con Raúl Bolaños Cué para hacerlo diputado o en otros distritos para favorecer a personas de dudosa trayectoria- como en los tiempos del PRI, que acomodaba a la “disidencia” en el PARM o el PPS.

Como la oposición no produce ni lástima, en donde se juega con las ambiciones y/o propósitos legítimos de alcanzar un cargo de elección popular, sigue siendo en morena. Allí se reedita la práctica del “fiel de la balanza”, personificada en el gobernador, para beneficiar a sus leales, mientras lastima a los que no lo han sido, hasta donde se lo permiten las circunstancias políticas regionales y municipales. ¿Las encuestas son verdaderas? ¿O son un artilugio para imponer decisiones de las cúpulas? Lo único aparentemente valedero serían las tómbolas en las que no cualquiera, más que las y los delegados, participan.

Hay algunos que derrotaron desde dentro a la soberbia, como Francisco Martínez Neri, pero nadie asegura que su reelección en la administración municipal oaxaqueña vaya a significar un paseo de “Los viernes del llano”.

La que no sufre ni se acongoja en una senaduría plurinominal es Susana Harp, a quien se le atribuye cercanía con la futura presidenta, cosa que mantiene nerviosos a quienes le han jugado las contras. Cosas de jugar en “ligas mayores”, mientras la política “chapulinera” en lugar de sumar, resta. Pero para obtener más del millón y medio de votos que el salomonismo ofrece a Claudia no va a ser cosa fácil. Para alcanzar dicha meta va a hacer falta movilizar al morenismo verdadero.

La problemática a resolver el próximo 2 de junio es qué tipo de incentivos tendrá el electorado para sufragar por aspirantes cuyo desempeño fue gris e improductivo en las cámaras federales y estatal, y los mismos ayuntamientos, o que fueron colocados en una lista sin merecerlo. Y lo más difícil: trabajar para abultar votos al oportunismo verde, o bien anular el sufragio, pero tampoco votar por la derecha. Apelar al voto masivo para mantener el proyecto de AMLO es la opción que se está ganando la oposición en tanto insista en desacreditar la elección presidencial.

Los entendidos pueden esgrimir que en el proceso de consolidación de un nuevo régimen las alianzas estratégicas son necesarias para edificar el segundo piso de la 4T y lograr el 75 por ciento de los escaños, pero es difícil explicárselo a la gente de a pie, por muy politizada que esté. He ahí el dilema.

@ernestoreyes14

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