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A un año de la primera protesta contra la gentrificación en Oaxaca, tres de las seis personas detenidas denunciaron los actos de tortura que sufrieron por parte de la Policía Estatal y alguno de los impactos que este fenómeno global está teniendo el estado.
Nizayeejh Chávez del colectivo de Derechos Humanos COJUDIDI, Meztli Hernández Jiménez, de la colectiva La Campamenta, así como Filadelfo Desiderio Aldaz, líder del proyecto La Comedora Comunitaria, se reunieron este lunes con jóvenes de otros colectivos sociales para compartir la experiencia de lo que calificaron como una detención arbitraria, por su participación en la marcha calenda.
Nizayeejh primero aclaró que ni su colectivo ni ella de manera personal organizaron la marcha calenda, pero se sintió convocada y luego su colectivo fue invitado para acompañar y observar el desarrollo de la manifestación.
Ese 27 de enero de 2024, entre media hora y 40 minutos después de haber terminado la protesta en el zócalo de la ciudad, llegaron los policías estatales de turismo para detenerla a ella y a Filadelfo. Los videos de las detenciones pueden encontrarse aún en las redes sociales, en ese momento fueron compartidos de manera masiva.
El lunes siguiente, en conferencia de prensa el gobernador calificó la protesta de “racista” y comparó a los manifestantes con Hitler.
“Ahora lo puedo ver, iban exclusivamente por dos personas, porque aunque había un grupo más grande, llegaron directamente a detenernos a dos ( ella y Filadelfo) nos separaron, a él lo llevan por la Catedral exhibiéndolo para que la gente pudiera observar ese acto”.
Nizayeejh dijo que esa detención no siguió ningún protocolo de actuación policial, no fue acompañada de ningún documento que les hiciera saber el motivo por el cual fueron detenidas, tal cómo se establecen los protocolos para infractores y presuntos responsables.
“Obviamente con nosotros no se siguió, no pasó nada de eso. El que nos hayan esposado requería de un documento que explicara el motivo de la detención”.
Al subirnos a las patrullas y durante el trayecto nos decía que no podíamos voltear a los lados. En mi caso, dice Nizaye, una policía iba con el cañón de un arma larga al lado de mi pierna. También nos decían “si se portan bien van aparecer”.
“Durante el trayecto iban a una velocidad inusual, como si realmente llevaran a las personas más peligrosas y más buscadas, incluso una policía se cayó por el movimiento. Hicieron de la detención todo un espectáculo”
Tampoco tuvieron acceso a un defensor público. Una vez con el Ministerio Público, relata la defensora, “había una especie como de juego entre policías con nuestras manos, primero alguien se acercaba a decirnos que si estaba muy apretada y la aflojaba y minutos después llegaba alguien para apretarla. Luego pedimos ir al baño y nos llevaron a un lugar que era básicamente una alberca de excremento.
Meztli Jiménez, activista e integrante del colectivo La Campamenta dijo que ante este fenómeno de gentrificación el estado promueve un discurso de un Oaxaca sin violencia sin desaparecidas y sin elevadas cifras de feminicidios, pero lo que es real es que muchas mujeres padecen de violencias en sus hogares porque no saben a dónde ir, porque no tienen la posibilidad de acceder a una viviendas dignas y seguras.
En ese contexto, recordó que en el feminicidio de su tía Aidé prevalece la impunidad. Denunció la corrupción dentro del aparato de justicia del estado y la criminalización que ha enfrentado desde que inició la búsqueda de justicia para su tía.
“Quisiera agradecer a quienes nos han sostenido y cuidado a quienes nos organizamos colectivamente contra las injusticias, contra el saqueo, trans feminicidios, contra el oaxaca gentrificado que se vende al turista”
Meztli dijo también que en todos estas protestas hay complicidad de medios de comunicación que sirven al Estado. “Fui detenida porque un reportero de un periódico (del monopolio dualista) me señaló ante un policía y éste se dirigió hacia mí para detenerme”, agregó.
Estos reporteros, dijo, “van a cubrir manifestaciones para obtener información, dársela al Estado y generar un imaginario social de quienes son los buenos y quiénes son los malos, de quienes merecen cárcel y quienes no, de quienes tienen acceso al poder y quienes son las personas que tienen que subordinarse”.
Filadelfo Desiderio Aldaz manifestó que nunca había vivido una detención. Ese día en su detención fue sometido por varios policías en el zócalo capitalino, a un lado de la Catedral. Menciona que si bien la racialización había sido una constante en su vida, ahora se ha sumado también la criminalización.