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II. Gobiernos omisos ante el impacto de la turistificación

Fotografía: Adriana Chávez

Por Rocío Flores y Vidal Pineda

El gobernador de Oaxaca no escucha o parece que no lo hace. De pie ante el podio, Salomón Jara alarga el cuello y apunta con una oreja a los reporteros.

—¿Sobre la electrificación? pregunta.

—Gentrificación. ¿Qué estrategias tiene su gobierno para contrarrestar las consecuencias de la gentrificación en la ciudad de Oaxaca?, repite la periodista una mañana de marzo de 2023.

—Sí, es cierto, nuestro Centro Histórico se está volviendo muy comercial.

Salomón Jara no responde al cuestionamiento, en su lugar inicia un breve discurso que incluye recuerdos de su infancia en la capital del estado. Reconoce que después de muchos años de vivir en el Centro de la capital, hoy hay familias que han tenido que dejar sus casas y moverse a las periferias porque el lugar que habitan se convertirá en un “hotel boutique” o un restaurante. 

Eso —justifica— es el desarrollo propio de una ciudad como Oaxaca, y más con el turismo que es fundamental para la economía de nuestro estado. 

Un año después, el 29 de enero del 2024, en este mismo sitio, los reporteros que acuden a sus conferencias mañaneras preguntan al Gobernador por las personas detenidas por la policía estatal después de participar en la protesta contra la gentrificación y la turistificación de Oaxaca, convocada para el 27 de enero por colectivos que pusieron el tema sobre la mesa, en las redes, en la prensa y ahora en el Palacio de Gobierno.

Esa tarde la marcha partió de la Cruz de Piedra, en el folclórico Barrio de Xochimilco, hacia el zócalo de la ciudad. En su paso por el Andador Turístico ‘Macedonio Alcalá dejó un rastro de ventanas rotas y pintas de rebeldía en fachadas de comercios: “Oaxaca no es mercancía” decía una. 

Seis personas fueron sometidas por la policía y trasladadas a los separos por alteración del orden. 48 horas después liberaron a dos. El resto dejó los separos más tarde bajo advertencia del Ministerio Público de buscar pruebas para imputar cargos en su contra. 

En su “mañanera”, Salomón Jara comparó a los manifestantes con los Nazis. “No sé si esto sea una lucha social en contra de los blancos, en contra de extranjeros. Es muy racista, y la lucha racista es repudiable. Ahí tenemos el ejemplo de Hitler”, soltó ante los periodistas. 

Un año y dos meses han pasado desde esa primera marcha y para algunas integrantes de Miscelánea Acción Común —una arquitecta, una antropóloga y una cocinera— la calidad de vida se ha recrudecido. 

Las tres jóvenes oaxaqueñas hoy apelan al derecho a la ciudad abriendo el diálogo y realizando acciones en contra de la gentrificación, el despojo y el desplazamiento. 

—¿Ustedes se consideran racistas… xenofóbicas, como dice el Gobernador?

Más que molestarlas, la pregunta les causa risa. Se miran entre sí, comparten una banca de las jardineras de El Pañuelito, a un costado del exconvento de Santo Domingo de Guzmán.

— ¡Por supuesto que no!, contesta  Jazz, la antropóloga, mientras un grupo de turistas suben las escalinatas que dirigen al interior del templo.

—Algo que tiene que quedar muy claro es que hay mucha gente que como tal dice “odio a los extranjeros”, y tiene sentido porque vean en qué momento estamos y esa es una forma de desahogo, y se entiende. Nosotros entendemos que no es como que ¡pum! mañana ya no existe el turismo y se acabó el problema. Hay gente que efectivamente vive de ello, hay gente que hace cosas en torno a eso, entonces nuestro odio no es hacia los extranjeros, el problema es qué va a suceder. Van a seguir viniendo extranjeros, está bien, pero van a venir bajo nuestras condiciones como locales, no bajo las condiciones que ellos quieren.

—¿Cuáles son esas condiciones? 

Nizdao Guadalupe responde.  

— Yo hablaré desde la cocina. Por ejemplo, cuando es temporada alta los mismos jefes te dicen: “olvídate de que tienes vida social, de que tienes vacaciones, de que tienes un día de descanso”. En la época decembrina las jornadas laborales son de más de 12 horas en los restaurantes del Centro, sin días de descanso, con unas chingas pesadas porque tienes que atender a un montón de gente. Se aprovechan, no te pagan y te hacen ver que las propinas te alivianan. 

—El gobierno es el mayor precursor de la gentrificación— dice Flor,  la arquitecta. 

Ella fue una de las participantes de la marcha-calenda de enero del 2024. Recuerda que la organización colectiva se hizo tras la denuncia en redes sociales de una oaxaqueña que dijo haber sido discriminada en una cafetería del centro que solo atendía a extranjeros. Esa vez los colectivos sacaron su indignación de las redes y la llevaron a las calles. La marcha fue un parteaguas para hablar del tema, pero también generó una división de opiniones debido a las formas de hacer escuchar sus exigencias. 

—El Gobierno del estado y el gobierno Municipal están dando todos los recursos para potencializar el turismo y eso es detonante para la gentrificación, y todo bajo la creencia de que el turismo es el motor de Oaxaca cuando realmente no lo es, esa idea nos la han vendido por años, desde siempre, y el gran ejemplo es la Guelaguetza que también inició como un negocio. 

—Nosotros los ciudadanas de a pie no ganamos nada de ese turismo, al contrario, pagamos mucho más por vivir en una ciudad turística, todo se encarece, es imposible rentar un departamento, el traslado en la ciudad es un caos siempre. Es un desplazamiento simbólico. Los espacios que habitamos en nuestras infancias ya son para otras personas. Es muy triste saber que como familia ya no puedes ir a tomarte un café porque la ciudad ya no te pertenece— opina Jazz.

Desde el sexenio del priista ahora morenista Alejandro Murat Hinojosa, la identidad, la ritualidad y cosmogonía de los pueblos indígenas, sus territorios y su riqueza natural, su indumentaria y su gastronomía se sirve en bandeja de plata para gusto y disgusto de los turistas, de los empresarios y de funcionarios-empresarios.

Nada ha cambiado con el morenista Salomón Jara, al contrario, justificando el desarrollo social y económico del estado, desde la Secretaría de Turismo y en voz de su titular Saymi Pineda, la oferta de Oaxaca al mundo es bajo los lemas: “Corazón cultural de México” y “Tierra orgullosa de sus raíces”, con los que construyen campañas y han logrado captar,  entre octubre de 2023 a septiembre de 2024, 21 mil 909 millones 444 mil 857 pesos que poco se reflejan en el bienestar de la ciudadanía.

En diciembre pasado, el INEGI informó que la ciudad de Oaxaca ocupó el cuarto sitio de ciudades con mayor inflación en México durante el 2024, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor, con un 4.9 %, provocado por el encarecimiento de las frutas y verduras que termina golpeando la economía de las familias con menos ingresos, comprometiendo su calidad de vida y la garantía de sus derechos básicos como la salud y la educación.

Territorios oaxaqueños en manos de inversionistas

La muerte de negocios tradicionales como la dulcería la Colmena, la sombrerería El Corcel o Novedades Mario’s dejan claro el cambio en la ciudad, varios de estos comercios se han convertido en hoteles y estancias promovidas en Airbnb, incluso espacios culturales, como el extinto cineclub El Pochote, fundado por el artista Francisco Toledo, en los arquitos del barrio de  Xochimilco. 

El sitio airbtics, que vende y analiza datos para Airbnb, reportó que hasta  marzo del 2025 existen en la ciudad de Oaxaca 5 mil 575 sitios activos listos para renta. La tarifa promedio es de 858 pesos diarios y la tasa de ocupación anual es de 46%. Esto se resume en ingresos de 150 mil pesos anuales para los anfitriones. La industria inmobiliaria ha encontrado un nicho de grandes ganancias en la ciudad y la pone en tendencia como destino para rentar o comprar casas.  

Pero en la realidad oaxaqueña, una persona debería destinar 12 mil 500 pesos mensuales por una renta en la zona céntrica de Oaxaca, lo que representa el 100% del salario de un burócrata de gobierno, por ejemplo. Pero en el estado el salario mensual promedio es de 7 mil pesos al mes.

En La Miscelánea Acción Común creen que en Oaxaca existen grupos empresariales que han mantenido una dominación estructural sobre la ciudad y sobre todo el Estado. También sectores artísticos que se apropian de la identidad, de la riqueza de los pueblos hasta exotizarlos en beneficio propio.

Flor, la joven arquitecta, dice que en Oaxaca han detectado tres esferas de dominación que son el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. “En el Capitalismo es claro cómo estas esferas económicas tienen más poder que el Estado, y el Estado solamente está entregando territorios”.

También detectaron que así como hay oaxaqueños que buscando mejorar su calidad de vida terminan cediendo su identidad y sus casas a la industria turística, hay quién lo hace solo para generar más ganancias de las que poseen.

—Hay una un tipo de aspiración por pertenecer a un cierta esfera de poder, una ilusión de volverse igual que el otro. A nosotros que intentamos detener el problema sí nos genera mucha rabia, frustración, enojo, ganas de gritar y por eso nos hemos acercado a las autoridades para proponer mesas de trabajo, de diálogo, pero ellos también son cómplices de este problema.

Desde su creación, los 14 integrantes de La Miscelánea han seguido de cerca el tema. Han investigado, analizado y dialogado sobre las posibles soluciones de los problemas que causa la gentrificación turística en Oaxaca, aquí algunas: 

Atención al uso, destino y distribución equitativa del agua; gestión del Turismo; gestión de la residencia migratoria temporal; gestión de compra de predios, regulación del cambio de uso de suelo, regulación actividades económicas de hospedaje a través de plataformas digitales; control de precios de canasta básica; atención a derechos laborales de empleados del sector turístico. Atención y mejoramiento de la periferia, además de la regulación de tarifas especiales para turistas, entre otras cosas. 

—Las políticas públicas nunca han funcionado para la ciudadanía, es lamentable. Crear propuestas y generar mucha acción ciudadana, armarnos de valor político para exigir que las cosas sucedan o al menos hacernos escuchar, esa ha sido nuestra apuesta—  coinciden las tres jóvenes.

—¿Marcharía otra vez?

—Sí, claro que sí.

***

Damián Lagunas es vecino del fraccionamiento el Rosario. Antes vivió en el Centro de Oaxaca y después tuvo que mudarse al municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, a 20 minutos de la capital. Su vida como avecindado de la ciudad desde hace 10 años le ha permitido observar los cambios en la calle y en la vida de los oaxaqueños. Es administrador, godín, y actualmente cursa una especialidad en administración de políticas públicas en la UNAM. 

—Entiendo que la importancia del turismo se basa en un planteamiento económico del llamado «efecto multiplicador» es decir, que si a una localidad, región o ciudad tiene visitantes en ciertas temporadas, el dinero que deja crea un efecto multiplicador, esto provoca una serie de movimientos económicos como: creación de infraestructura, de servicios, empleos, producción, etcétera. 

Pero en el caso de Oaxaca, igual que Flor, dice que este efecto multiplicador está siendo filtrado por sectores dominados por grupos empresariales que se benefician de la infraestructura focalizada, como en el Centro Histórico, esto ayuda  a apuntalar mejor sus ganancias; hoteles boutiques, restaurantes exclusivos, galerías, tiendas de textiles y artesanías se centran en zonas donde se invierte más dinero público para sostener la infraestructura turística, ya sea para las calles, fachadas, edificios históricos, gubernamentales.

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