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Esa implacable carrera contra el reloj

Víctor Armando Cruz Chávez

He sostenido que, en Oaxaca, los escritores que practican el género del relato se cuentan con los dedos de la mano. Son, por así decirlo, un puñado de solitarios que ejercen una devoción literaria que se juzgaría marginal si no fuese por la osadía, la destreza y la precisión que se ha logrado en el arte de imaginar y escribir historias.

Tengo en la mente tramas sugestivas y de notables cualidades narrativas como las que han escrito Azael Rodríguez, el desaparecido Robert Valerio, Israel Castellanos y otros pocos de esta ralea que han defendido con creces este arte de relojería prosística en un Oaxaca donde los poetas son legión.

De esta inmensa minoría de unos cuantos, como diría Juan Ramón Jiménez, destaca la imaginación lúcida y la prosa puntual de Jorge Pech Casanova, quien nos entrega en esta ocasión su libro de relatos Cañón largo acabado azul, con el que da continuidad a una labor creativa que se ha posicionado con muchos méritos en las letras mexicanas desde hace más de tres décadas.

La obra de Pech es de las más versátiles que se hayan gestado en el sur de México, pues abarca disciplinas disímiles determinadas por la lucidez de su visión crítica, la precisión y rigor de su prosa, la hondura de su discurso poético, así como la calidad de su imaginación narrativa donde la novela y el relato han encontrado novedosos canales expresivos.

En la ciudad de Oaxaca, donde radica desde 1997, Pech Casanova ha desarrollado una destacada labor como crítico de arte, contribuyendo a dilucidar un universo creativo tan diverso como complejo, siempre develando signos y revitalizando el rigor reflexivo en un entorno cosmopolita donde el arte juega un rol definitivo en el entramado de identidades.

Hay en su obra libros de poesía, así como la novela Juntos en el infierno, donde la intriga y la pesquisa giran en torno al robo del cráneo de Pancho Villa en un panteón de Parral, Chihuahua. En esa novela, Jorge Pech acomete el reto de examinar la historia de la Revolución a raíz de esa profanación, y el de crear personajes que nos permiten entrever los resortes de la condición humana y el hedor de la traición como una constante a lo largo de esa faceta histórica en México.

También, la obra de Pech es un permanente escrutinio de la realidad social, en temas punzantes como el movimiento magisterial y popular de 2006, donde contribuye a desentrañar la turbia madeja de acontecimientos que cimbraron a la capital oaxaqueña.       

Con este nuevo libro, editado por el sello del poeta Omar Fabián, Jorge Pech nos entrega seis relatos en cuya temática destacan tres vertientes. Una, el uso de los recursos del género negro donde el núcleo del relato está conformado por el crimen, el enigma y la intriga detectivesca. Otro, es el universo que existe detrás de las galerías de arte en Oaxaca, e incluso, ese universo privado no exento de profunda melancolía que es el retrato de un gran artista en sus horas postreras, como Rodolfo Nieto. Un tercer elemento es el retrato acucioso de la enfermedad del poder político y la corrupción que roza estratos aberrantes para imponer el caos.

El primer relato, Así en la tierra como en las llamas, se centra en una trama conspiranoica donde dos ásperos personajes pertenecientes a un oscuro poder fáctico que se hacen pasar por policías, amedrentan a un artista plástico a quien acusan de deshonrar símbolos sagrados en su obra pictórica. Como una nueva y secreta inquisición, esos dos falsos policías representan aquí el discurso moralizante, el fanatismo y la intolerancia ante el arte, que es esencialmente libertad y cuestionamiento incesante del pensamiento canónico.

Cañón largo acabado azul, relato que da nombre al libro, plantea dos historias en una: la pesquisa policial que se genera en una galería de arte de la ciudad de Oaxaca a raíz del robo de los grabados de un renombrado artista, y de una pistola mexicana colt 1911, un arma de colección, una reliquia que a lo largo del relato aparece intermitentemente como un eficaz contrapunto narrativo. 

 Destaca en este cuento la mención de un mundo oculto donde subyace el mercado negro de arte en Oaxaca. En la parte técnica, este relato cumple con los requisitos del género negro; primeramente, el crimen como origen, y la solución del enigma como antídoto a la incertidumbre. Pero lo sabroso de este relato es la descripción certera de la atmósfera y la tipología oaxaqueña, con su dosis de violencia y humor negro. 

Carne es un relato de gran poder, no sólo por su magistral escritura sino por los hechos terribles que consigna. Una autoridad municipal enloquecida de poder que se formó en las filas de los kaibiles, en Guatemala, y regresa a su comunidad oaxaqueña para fincar un imperio de corrupción y terror, donde se llega al extremo de comer la carne del enemigo como parte de un ritual desaforado de supremacía. Este relato es una radiografía meticulosa de la enfermedad del poder, cuyo efecto narrativo cobra más fuerza al ocurrir en una anodina comunidad de la Mixteca donde, antes, nunca pasaba nada.

Porqué me alejé de Ucrania, otro de los relatos, se puede leer como una autobiografía del autor. Aquí, un grupo de creativos variopintos acomete el proyecto de dar vida a una serie de dibujos animados para la televisión yucateca en los primeros años de la década de 1990. Dibujantes, guionistas y productores se esmeran en un proyecto hiperbólico y absurdo que deriva en una revuelta de egos, en una babel emocional y comunicacional que termina en un estruendoso fracaso. Tan así que el protagonista toma la decisión de dejar Yucatán y autodesterrarse a la tierra de Juárez y la clayuda.

Sol de un día de verano y Romina el largo viaje, son dos relatos que deben leerse con el corazón. El primero es una entrañable descripción de los hábitos y abismos últimos del pintor oaxaqueño Rodolfo Nieto, tan ponderado por Julio Cortázar. El segundo, en voz de una niña, es la narración de la despedida y la muerte de la abuela ante el rumor acompasado de las olas del mar. Una avasallante poética del adiós desde el punto de vista de una pequeña, para quien la muerte es la novedad atroz de la existencia.

Finalmente quiero destacar las cualidades narrativas de este libro que conjuga una amplia cultura literaria, destreza narrativa y los aportes de una imaginación de nobles frutos.

Para el creador del relato moderno, Edgar Allan Poe, el cuento debe ser una máquina infalible destinada a cumplir su misión narrativa con la máxima economía de medios. Julio Cortázar reflexionó mucho sobre este punto y dijo que el cuento requiere de dos conceptos cardinales, la brevedad y la estructura eficaz. Dijo, asimismo, que el símbolo, la metáfora del perfecto cuento es la esfera. El cuento es una esfera, es una cosa que se define rápidamente y cuya perfección está precisamente en su brevedad. El cuento tiene que llegar fatalmente a su fin como llega a su fin una gran improvisación de jazz o una gran sinfonía de Mozart. Si no se detiene ahí, se va todo al diablo.

Cañón largo acabado azul cumple a cabalidad esos preceptos tan queridos por Cortázar: acometer esa implacable carrera contra el reloj que es un cuento plenamente logrado.

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