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Por Víctor Palomo
Todavía recuerdo cuando Jesús de León, un consolidado escritor de provincias, vociferaba por las cantinas de Saltillo: “¡Quiero mi Vaca!”… Era el inicio de una época, de algo que se había discutido por años y que se cristalizaba en las becas a la creación artística. La anécdota viene a colación por la bonita tradición mexicana que surge cada vez que se publican los resultados del Sistema Nacional de Creadores de Arte (antes FONCA). Pues cada año, a los resultados le siguen artículos y comentarios que critican los métodos de selección, que denuncian el amiguismo, el nepotismo de los jurados, o que sospechan y hasta condenan el conjunto todo de elementos que integran y componen al Sistema. Unos opinaron desde el rencor o el resentimiento, otros desde la mesura y el análisis meticuloso cuasi académico.
No pertenezco ni a unos ni a otros, sino todo lo contrario, de modo que arriesgaré algunas palabras al tema. Porque, ¿existe en realidad el nepotismo, el amiguismo, el compadrazgo y todas las tramas que se denuncian entre jurados, candidatos y aparato de la burocracia?: bueno, eso todos lo sabemos. En 2014, Luigi Amara declaró para La Linterna Mágica: “Julián (Herbert) es mi cómplice en muchas cosas” (cito de memoria); sin problema hasta ahí, el caso es que esa declaración Amara la hacía momentos después de recibir un Premio de 100,000 dólares, premio del que Julián era co-titular, co-organizador o una cosa por el estilo. Entonces sí; estas relaciones de círculos concéntricos entre jurados, ganadores, premios y premiados, existen y siempre van a existir.
En este 2025 los artículos denunciaron las mismas irregularidades de otros años: la nueva aparición de “los de siempre”, la documentada cercanía, la hermana ganadora y la hermana jurado, la falta de calidad de algunos, y la sobrada desvergüenza de otros. El Sistema, y en eso tienen razón casi todos, se ha vuelto una puerta giratoria por la que pueden pasar todos, pero lo hacen siempre los mismos. El mecanismo para identificar vínculos y conflictos de interés entre jurados y postulantes ha quedado reducido a un gran arco del triunfo que cualquiera se puede pasar por el arco del triunfo. La proporción entre dinero invertido y resultados es completamente desproporcionada respecto a la calidad literaria de los beneficiados. Ante las acusaciones, invariablemente, el silencio de la burocracia a cargo, es ominoso, y esta vez, estoy seguro, no será la excepción.
¿Qué no podemos negar? Que la mayoría de los postulantes son realmente artistas, escritores; personas honestas, que acatan las reglas del juego y participan de buena voluntad, sí; pero tampoco podemos negar que hemos visto los nombres de éste o aquél sinvergüenza en la lista de ganadores. El Sistema en tan plural, que deja la puerta abierta al estafador y al encantador de serpientes.
Nadie puede negar la pluralidad en el otorgamiento (qué fea palabra) de estímulos para la creación literaria. En los años de funcionamiento, el Sistema ha otorgado estímulos a escritores y escritoras sin relaciones ventajosas y sólo por su talento; a escritores maduros, jóvenes y muy jóvenes; a escritores críticos del sistema y a los afines al sistema, a escritores que no volvimos a ver y otros que los vemos una y otra y otra vez en la lista de triunfadores; se le ha otorgado a escritores y escritoras que trabajan en el funcionariado municipal, estatal o federal. Algunos beneficiarios son maestros de tiempo completo (incluso en el extranjero), otros han ganado una infinidad de premios y certámenes, pero también lo han obtenido quienes están en el desempleo o la marginación, aunque estos sean los últimos y los menos. La beca del Sistema se le ha otorgado lo mismo a quienes tienen una obra sólida y a quienes casi no la tienen; se le han ganado los hijos de sus papás, pero también quienes no tienen padre ni madre; lo único que parece unir a todos los beneficiarios del Sistema, es que ninguno vive de sus libros publicados.
En cuanto a calidades literarias de los beneficiarios, las reglas son todavía más flexibles, pues los “productos” generados por el “proyecto” van desde la buena, excelente, muy buena, hasta la regular y cosas que habría que tirar al cesto de la basura o que nunca se escribieron (o debieron escribirse).
Imposible negar que el Sistema ha puesto más que un grano de arroz para que se escribiesen (¿o escribieran?, ¿cómo lo quieren?) obras que en un futuro no muy lejos, tengan un lugar en la literatura reciente, obras que ya lo tienen, cosas que ya están en otros idiomas, en otras lenguas. Pero también es cierto que, en ciertos casos, el Sistema se ha utilizado como un modo de vida con la literatura de pretexto.
Que la beca del Sistema puede ser un apoyo fundamental para que el escritor ponga todas sus energías para escribir una obra, sí, pero los casos de éxito en el ámbito que nos ocupa: lo literario, son cada vez más escasos (o en su defecto, cada vez más grotescos). Y sí, el destacado lugar que ocupa hoy la literatura escrita por mujeres se debe, en buena parte, al Sistema. Tampoco vamos a negarlo.
No pretendo desentrañar los problemas a resolver, ni mencionar cada caso de abuso o de éxito, que ambos existen; tampoco hacer el diagnóstico completo de lo que ha funcionado en el Sistema ni lo que sigue sin funcionar, porque para hacerlo, necesitaría una beca; sólo preguntar: ¿El Sistema debería renovarse? Sí. ¿Se va a renovar? No. ¿Por qué? Porque renovarse requeriría un extenso y exhaustivo examen de autocrítica por parte del Sistema, y eso revelaría vicios más profundos de los que ya se saben en público.
Todavía recuerdo cuando Jesús de León vociferaba por las cantinas de Saltillo: “¡Quiero mi Vaca!”… ¿Y quién no quisiera tener su vaca, aunque sea por tres años? Porque, sea como sea, tener la beca del sistema, sí es mamar de una ubre. La ubre más grande para artistas de toda Latinoamérica.
MÁXIMAS Y PRINCIPIOS DEL SISTEMA:
- Un principio del Sistema es: si ya te ganaste la beca una vez, es más fácil que te la vuelvas a ganar, a que se la gane alguien más. Aplica el dicho: “Más vale malo por conocido… ”
- Lo importante es el proyecto: ¿la literatura… ? Esa luego la vemos.
- Nada sobrevive a los grupúsculos. Donde florecen los grupúsculos, no crece ni la hierba.
- “Como jurado, debes tomar en cuenta que, si el proyecto que más te gusta es el de tu prima, tu tía, conocida, amiga; de tu novia, expareja, pariente o alguien muy muy cercano… ¡Bueno!; la vida es así”.
- Un día te la dan, otro día eres jurado; te la vuelven a dar, vuelves a ser jurado, te la vuelvan a dar… ¿Qué le vamos a hacer?
Hasta la vista.

